El spam en el correo electrónico
Algo parecido sucedió con el spam o correo basura. Del mismo modo que hallamos atiborrados de folletos los buzones de nuestra viviendas, pronto empezaron a proliferar los envíos publicitarios masivos amparados en el anonimato del medio y en un coste prácticamente cero. En los casos más extremos, estas comunicaciones comerciales no deseadas podían llegar a acumularse hasta sobrepasar la capacidad del buzón, por lo que el servidor, saturado, rechazaba los mensajes legítimos que llegaban; en los más leves eran igualmente una constante molestia que, según muchos estudios, provocaban considerables pérdidas de tiempo y de productividad entre los empleados.
En muchos países llegaron a promulgarse severas leyes contra el spam, las cuales revelaron pronto la misma ineficacia de todos los intentos de regular fenómenos globales desde el absoluto desconocimiento de sus fundamentos técnicos. Fueron de nuevo los grandes proveedores de los servicios de correo web (los citados Microsoft, Yahoo! y Google, entre otros) los que acudieron al rescate diseñando e implementando sofisticados algoritmos capaces de detectar este tipo de correos y desviarlos a una carpeta llamada precisamente «Spam». El sistema no es perfecto (algunos mensajes publicitarios llegan todavía a la bandeja de entrada, mientras que otros son erróneamente desviados como correo basura), pero por lo general, desde hace unos años, la mayor parte de los usuarios respiran aliviados.