Alienación, ideología y crítica de la religión de Marx


Alienación, ideología y crítica de la religión de Marx

Como Tocqueville, que describió un despotismo burocrático sin rostro y sin déspota identificable,​ Marx también rompió con los pensadores clásicos que hablaban de un solo tirano, como Montesquieu, quien discutía solo la naturaleza del déspota. En cambio, Marx se propuso analizar «el despotismo del capital» sobre la base del «movimiento de la ley de la oferta y la demanda de trabajo completa».​ Según Marx, si el materialismo explica la conciencia por el ser, concluye que la conciencia social se explique por el ser social.

[E]n la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
K. Marx (1859) Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política.

Para Marx y Engels, la característica principal de la naturaleza humana es el trabajo, “un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza”.​ Al actuar sobre la naturaleza, el hombre la modifica y se modifica a sí mismo. Esto implica una facultad de representación por parte de las personas en su trabajo. No obstante, el trabajo bajo el capitalismo pasó a ser para el obrero una maldición en lugar de ser una necesidad o una fuente de alegría para autorrealizarse. En el Manifiesto comunista, Marx y Engels explican cómo la industrialización y la división del trabajo reifica (verdinglichung) todo carácter autónomo del trabajador, volviéndolo «en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje».​ Desde el punto de vista capitalista, el trabajador no es una persona en sí misma, sino una mercancía, como fuerza de trabajo.​ El trabajador pierde la capacidad de determinar la vida y el destino cuando se le priva del derecho a pensar (concebirse) a sí mismo como el director de sus propias acciones. Cuando el producto del trabajo del hombre deja de satisfacer sus necesidades se vuelve algo ajeno. Es decir, el producto cobra una existencia totalmente independiente del hombre que fue quien la produjo. Una vez que ese producto cobra su independencia, se genera un estado de «alienación» —Entfremdung—, «un proceso por el cual las personas se vuelven ajenas al mundo en el que viven» y empobrece a la persona sociohistórica negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole, según Engels, una falsa conciencia de su realidad.

La Economía Política oculta la enajenación esencial del trabajo porque no considera la relación inmediata entre el trabajador (el trabajo) y la producción. […] ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. […] En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro.
Karl Marx (1844) Manuscritos económicos y filosóficos, Primer Manuscrito: El trabajo enajenado

En los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Marx describe cuatro tipos de alienación: 1) del producto, donde el trabajador ve su producción como un objeto ajeno y que lo domina; 2) del proceso laboral: donde trabajador ve su propia actividad como con una actividad extraña que no le pertenece; 3) de otros trabajadores: cuando el trabajador compite contra otro trabajador, alejándolos así de sus intereses económicos mutuos; 4) de sí mismo: cuando la naturaleza humana o el ser genérico (gattungswesen) de los individuos no es discreta o separada de su actividad como trabajador.​ En La Sagrada Familia (1845), Marx y Engels dicen que tanto los capitalistas y el proletariado son alienados, pero lo experimentan de formas diferentes.

Según Herbert Marcuse, además de la alienación dada en el ámbito laboral (económica), considerada para Marx única enajenación real, la enajenación se da en la sociedad (a través de la lucha de clases), en la política (con el Estado) y en la ideología (con la religión y la filosofía).​ Todas ellas forman parte de una superestructura determinada por las condiciones materiales de las relaciones de producción o una infraestructura social y económica. En la visión marxista, el Estado es un conjunto de «aparatos» al servicio de la clase dominante​ y la ideología dominante es una forma de ver el mundo que justifica los intereses de los explotadores como «leyes eternas».​ En cuanto a la alienación religiosa, Marx realiza la crítica religiosa de la economía a través de la doctrina del fetichismo. Escribió al respecto, siguiendo a Ludwig Feuerbach, en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel que «el ser humano hace la religión; la religión no hace al hombre».

Pero el hombre no es algo abstracto, un ser alejado del mundo. Quien dice: «el hombre», dice el mundo del hombre: Estado, Sociedad. Este Estado, esta Sociedad produce la religión, una conciencia subvertida del mundo, porque ella es un mundo subvertido. […] Es la realización fantástica del ser humano, porque el ser humano no tiene una verdadera realidad. La guerra contra la religión es, entonces, directamente, la lucha contra aquel mundo, cuyo aroma moral es la religión. La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.
Karl Marx (1844) Crítica de la filosofía del derecho de Hegel

En la metáfora del opio, la religión es, en lugar de un estupefaciente o alucinógeno, un analgésico o anestésico necesario de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia a la clase dominante. En Marx, la crítica de la religión, más que una defensa del ateísmo materialista, es la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión para reafirmar la estructura económica existente.

Feuerbach no ve, por tanto, que el «sentimiento religioso» es también un producto social y que el individuo abstracto que él analiza pertenece, en realidad, a una determinada forma de sociedad.
Karl Marx (1845) Tesis sobre Feuerbach. Tesis VII.

Así, dado que la religión y la sociedad se relacionaron esencialmente tomando la crítica de la religión un papel central en Marx, «la crítica de la religión es el requisito previo de toda crítica».​ Superar la quimera religiosa, sin embargo, requiere no sólo la crítica teórica, sino también el cambio material en esa vida que la religión, como «suspiro de la criatura oprimida». Según Marx, “a medida que crece el socialismo, la religión desaparecerá».​ Culmina en la doctrina de que «la crítica del cielo se transforma así en crítica de la tierra» y «el hombre sea lo más alto para el hombre; en consecuencia, en el imperativo categórico de subvenir a todas las relacionas en las cuales el hombre es un ser envilecido, humillado, abandonado, despreciado».


Fuente: Wikipedia

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