Vida personal de Karl Marx


Vida personal de Karl Marx

Familia

Karl Marx se casó con Jenny von Westphalen, hermana del ministro de Interior prusiano, amiga de infancia con la que se comprometió siendo ya estudiante, pero solo consiguió casarse con ella tras la muerte de los padres de esta, que se oponían a la relación, y tras conseguir una cierta estabilidad económica (eventual) como director de los «Anales franco-alemanes». Vivieron con fuertes penurias económicas debido a la irregularidad de los ingresos de Marx, a la persecución política (que censuraba y clausuraba las revistas que publicaba) y a tener que mudarse constantemente de país.

Marx tuvo con Jenny von Westphalen siete hijos. Su hija mayor nació en 1844 y llevó por nombre Jenny Caroline, quien se casaría con el socialista francés Charles Longuet, y moriría con 38 años (1883), probablemente de cáncer. Poco después vendría Jenny Laura Marx (1845), quien se casaría con el dirigente socialista hispano-francés Paul Lafargue, y se suicidaría junto a él en 1911. Después vinieron tres que murieron en un breve plazo: Guido (1847-1855), Edgar (1849-1855) y Franziska (1851-1852) (convulsiones, bronquitis y tuberculosis serían las causas). La pequeña de sus hijas, Eleonor Marx (1855) formaría parte del movimiento feminista y también se suicidaría en 1898. En 1857 nacería el último de sus vástagos, un varón que falleció horas después de venir al mundo.

Con ellos vivía Helene (Lenchen) Demuth, una criada que había servido a la familia de Jenny,​ que les ayudaba en las tareas domésticas, se ocupaba de los niños, y con la que mantenían una relación familiar; ocupaban todos una sola habitación en el 28 de Dean Street. Helene Demuth fue madre el 23 de junio de 1851, de un hijo concebido durante la ausencia de Jenny Marx, la cual había viajado a Holanda en 1850.​ Aunque un rumor contenido acerca de la paternidad de Marx había circulado desde sus días, nunca había aparecido ningún testimonio o documento de algún valor hasta 1962. En esa fecha el historiógrafo alemán Werner Blumenberg publicó el contenido de una carta de Louise Freyberger, criada de Engels y amiga de Helen Demuth, donde declaraba haber oído a Engels antes de su muerte confirmar ese hecho.​ Desde esta publicación, que Freddy era hijo de Marx se ha convertido en un lugar común, aunque no faltan discrepantes entre los especialistas, especialmente Terrell Carver, que cree que la única copia de la carta que se conoce, una copia mecanografiada muy posterior a su fecha, es probablemente un fraude.​ Lo cierto es que Jenny Marx y Helene Demuth mantuvieron una estrecha y afectuosa relación hasta la muerte de la primera​ y que Demuth siguió con Marx hasta el fin de sus días, cuando pasó al servicio de Engels del que era además confidente política, como antes lo había sido del propio Marx, que tomaba en consideración sus opiniones, incluso para las cuestiones de economía política.​ A su muerte fue enterrada con los Marx.

Marx tuvo una vida personal dedicada de forma exhaustiva al estudio de las diferentes disciplinas del pensamiento y en especial a la filosofía e historia, y nunca tuvo estabilidad económica; sin embargo, contó siempre con el apoyo fiel e incondicional de su amigo Engels.

Salud

Marx padecía mala salud (lo que él mismo describió como «la miseria de la existencia») y varios autores han tratado de describirlo y explicarlo. Su biógrafo Werner Blumenberg lo atribuyó a problemas hepáticos y biliares que Marx tuvo en 1849 y de los que nunca se liberó después, exacerbados por un estilo de vida inadecuado. Los ataques a menudo se acompañaban de dolores de cabeza, inflamación de los ojos, neuralgia en la cabeza y dolores reumáticos. Un grave trastorno nervioso apareció en 1877 y el insomnio prolongado fue una consecuencia, que Marx combatió con narcóticos. La enfermedad se vio agravada por el trabajo nocturno excesivo y la mala alimentación. A Marx le gustaban los platos muy condimentados, el pescado ahumado, el caviar, los pepinos encurtidos, «ninguno de los cuales es bueno para los enfermos del hígado», pero también le gustaban el vino y los licores y fumaba muchísimo «y como no tenía dinero, solían ser puros de mala calidad».​ A partir de 1863, Marx se quejó mucho de los forúnculos: Los abscesos eran tan graves que Marx no podía sentarse ni trabajar erguido. Según Blumenberg, la irritabilidad de Marx se encuentra a menudo en enfermos del hígado:

La enfermedad enfatizó ciertos rasgos de su carácter. Discutía con dureza, su mordaz sátira no se achicaba ante los insultos, y sus expresiones podían ser groseras y crueles. Aunque en general Marx tenía una fe ciega en sus amigos más cercanos, él mismo se quejaba de que a veces era demasiado desconfiado e injusto incluso con ellos. Sus veredictos, no solo sobre sus enemigos sino también sobre sus amigos, eran a veces tan duros que incluso las personas menos sensibles se sentían ofendidas […] Debía de haber pocos a los que no criticara así […] ni siquiera Engels era una excepción.

Según el historiador de Princeton J. E. Seigel, en su adolescencia Marx pudo haber tenido neumonía o pleuresía, cuyos efectos lo llevaron a ser eximido del servicio militar prusiano. Más tarde, mientras trabajaba en El capital, Marx sufrió tres dolencias simultáneas: una enfermedad del hígado, probablemente hereditaria, que se agravó con el exceso de trabajo, la mala alimentación y la falta de sueño; una inflamación de los ojos inducida por demasiado trabajo nocturno; y una erupción de carbúnculos o furúnculos, «probablemente provocada por una debilidad física generalizada a la que contribuyeron las diversas características del estilo de vida de Marx (alcohol, tabaco, mala alimentación y falta de sueño). Engels a menudo exhortaba a Marx a alterar este peligroso régimen».

Muerte

Tras la muerte de su esposa Jenny en diciembre de 1881, Marx desarrolló una fuerte gripe que lo mantuvo con un mal estado de salud durante los últimos quince meses de su vida. Con el tiempo, contrajo bronquitis y pleuresía que lo condujeron a su muerte el 14 de marzo de 1883 en Londres. Mientras yacía en su lecho de muerte, su ama de llave Helene Demuth le preguntó si tenía algunas últimas palabras, a lo cual le respondió: «Las últimas palabras son para los tontos que no han dicho en vida lo suficiente».​ Murió como apátrida;​ sus familiares y amigos en Londres enterraron su cuerpo en el cementerio de Highgate el 17 de marzo de 1883. Asistieron entre nueve a once personas en su funeral.​ Varios de sus amigos más cercanos hablaron en él, entre ellos Wilhelm Liebknecht y Friedrich Engels, que dijo en su Discurso ante la tumba de Marx:

El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre.
Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana […] Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas […]Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. […] Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde la minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.

F. Engels (1883) Discurso ante la tumba de Marx.

Su hija Eleonora, además de Charles Longuet y Paul Lafargue, yernos de Marx y militantes socialistas, también estuvieron presentes.​ Liebknecht, fundador y líder del Partido Socialdemócrata Alemán, pronunció un discurso en alemán y Longuet, una figura prominente en el movimiento de la clase obrera francesa, hizo una breve declaración en francés.​ También se leyeron dos telegramas de los partidos obreros de Francia y España. Junto con el discurso de Engels, constituyó todo el programa del funeral.​ Entre los no familiares que asistieron al funeral estaban tres asociados comunistas de Marx: Friedrich Lessner, encarcelado durante tres años después del juicio a los comunistas de Colonia de 1852; G. Lochner, a quien Engels describió como «un antiguo miembro de la Liga de los Comunistas» y Carl Schorlemmer, un profesor de química en Mánchester, miembro de la Royal Society y activista comunista durante la revolución alemana de 1848.​ Otro asistente al funeral fue Ray Lankester, un zoólogo británico que más tarde se convertiría en un prominente académico.

El Partido Comunista de Gran Bretaña construyó la lápida monumental en 1954 con un busto hecho por Laurence Bradshaw; la tumba original de Marx tenía apenas un humilde adorno.​ La lápida de Marx lleva el mensaje grabado: «¡Proletarios de todos los países, uníos!«, presente en la última línea del Manifiesto Comunista y la frase de la Tesis XI sobre Feuerbach (editada por Engels):

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
Karl Marx (1845) Tesis sobre Feuerbach. Tesis XI.

El historiador marxista Eric Hobsbawm más tarde comentó que «uno no puede decir que Marx murió fracasado» porque, aunque no había logrado un gran seguimiento de discípulos en Gran Bretaña, sus escritos ya habían comenzado a impactar en los movimientos izquierdistas de Alemania y Rusia. Al cabo de 25 años de su muerte, los partidos socialistas de Europa continental reconocieron que la influencia de Marx en su política estaba obteniendo entre el 15 y el 47% de los votos en los países con elecciones democráticas representativas.​ En 1970 hubo un intento fallido de destruir el monumento con una bomba casera.


​Fuente: Wikipedia

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