Microsoft, del MS-DOS a Windows


Microsoft, del MS-DOS a Windows

Gracias a su bajo coste, la combinación PC más MS-DOS acabó copando el mercado y convirtiéndose en el estándar. Mientras los fabricantes de ordenadores intentaban reducir costes, entregados a una guerra de precios de la que nadie pudo sacar una posición dominante, una empresa de software, la de Bill Gates, se hizo con prácticamente todo el mercado de sistemas operativos y buena parte del de programas.

A partir de ese momento, la expansión de Microsoft fue espectacular. Y no sólo porque los PC necesitaban un sistema operativo para funcionar, sino también porque los programas y aplicaciones concretas (un procesador de textos, un hoja de cálculo, un juego) se desarrollan sobre la base de un sistema operativo en concreto, y ese sistema era el MS-DOS. Las distintas empresas de software (y entre ellas la misma Microsoft) podían desarrollar, por ejemplo, distintos procesadores de textos, compitiendo entre ellas para agradar al usuario. Pero como la inmensa mayoría de usuarios tenía MS-DOS, desarrollaban programas para funcionar con MS-DOS, y acababan por hacer un favor a Microsoft, que podía presumir de que sobre su sistema operativo podían funcionar todos los programas imaginables: los suyos y casi todos los de la competencia. Esa retroalimentación viciosa era el fabuloso activo de Microsoft, y Bill Gates supo conservarlo.

El MS-DOS, sin embargo, era un entorno poco amigable, cuyo manejo requería el conocimiento de comandos que se introducían a través del teclado. Con el lanzamiento en 1984 del ordenador personal Macintosh, Apple pareció tomar de nuevo la delantera. Su sistema de ventanas supuso un salto cualitativo; su interfaz simulaba la distribución de una mesa de trabajo por medio de iconos. Un pequeño aparato, el ratón, cuyo movimiento se reflejaba en la pantalla con un icono parpadeante, permitía recorrerla en busca del documento o programa buscado. En lugar de tener que recordar los comandos de cada una de las operaciones y teclearlos en cada momento, bastaba acudir a los listados de acciones posibles y hacer clic con el ratón sobre la opción elegida.

Por el momento, aquellas innovaciones no parecían hacer sombra a Bill Gates. En 1983 Paul Allen dejó Microsoft, aquejado de una grave enfermedad. Y cuando, en 1986, Microsoft salió a la Bolsa, las acciones se cotizaron tan alto que Bill Gates se convirtió en el multimillonario más joven de la historia. Volcado en un proceso de innovación tecnológica acelerada, y en su caso imitando más el Macintosh de Apple que innovando, Gates lanzó una interfaz gráfica para MS-DOS llamada Windows: Windows 3.0 en 1990 y Windows 3.1 en 1992.

No era, en realidad, un nuevo sistema operativo, sino, como se ha dicho, una interfaz gráfica con ratón, iconos y ventanas bajo la que seguía corriendo el viejo MS-DOS, pero fue muy bien recibido por los usuarios, que disponían finalmente de un sistema tan intuitivo como el de Macintosh pero mucho más económico al funcionar sobre un PC, gracias a lo cual se impuso fácilmente en el mercado. El enorme éxito llevó a la verdadera renovación que fue Windows 95 (en cuya campaña de promoción a escala mundial asumió el propio Gates el papel de profeta de la sociedad cibernética como personificación de Microsoft), al que seguirían Windows 98 y las sucesivas versiones de este sistema operativo, de entre las que sobresale Windows XP (2001), el primero cien por cien de nuevo cuño, que dejaba completamente de lado el antiguo MS-DOS.

Entretanto, el negocio no había cesado de crecer (de los 1.200 empleados que tenía en 1986 hasta más de 20.000 en 1996), y, con la generalización de Windows, Bill Gates pasó a ejercer un virtual monopolio del mercado del software mundial, reforzado por su victoria en el pleito de 1993 contra Apple, que había demandado a Microsoft por considerar que Windows era un plagio de la interfaz gráfica de su Macintosh. Desde 1993 embarcó a la compañía en la promoción de los soportes multimedia, especialmente en el ámbito educativo.

Además de Windows, muchos de los programas y aplicaciones concretas más básicas e importantes producidas por la empresa (el paquete ofimático Microsoft Office, por ejemplo) eran siempre las más vendidas. Surgieron muchas voces críticas que censuraban su posición monopolística, y en numerosas ocasiones Microsoft fue llevada por ello a los tribunales por empresas competidoras y gobiernos, pero nada logró detener su continua ascensión.


 

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