Historia del Parque Warner Madrid


Historia del Parque Warner Madrid

En la década de 1990 el turismo urbano estaba dando síntomas de agotamiento o, en expresión de Anton Clavé y González Reverté (2007, p. 239), de «imagen madura». Al mismo tiempo estaban entrando en Europa nuevas formas de turismo basadas en grandes ofertas de ocio acompañadas de agresivas campañas de mercadotecnia. La filial de The Walt Disney Company había intentado ya instalarse en España, pero finalmente optó por París, al no llegar nunca los españoles a presentar unos terrenos aptos para las infraestructuras de un Disneyland europeo que fuese propiedad de la empresa, no una concesión, como era el de Japón, según Ron Grover (1992). Pese a que la empresa californiana no abrió un parque temático en la península ibérica, el futuro Parque Warner Madrid fue la respuesta española a la iniciativa de Disney, en palabras de Stone (2011), pero Raquel Benito afirma que su competidor directo era Port Aventura.

A mediados y finales de los años 1990 toda Europa estaba terminando de solucionar la gran atomización en la gestión de parques de atracciones. Al mismo tiempo, el mercado estadounidense también parecía dar síntomas de saturación y varias empresas americanas comenzaron a intentar ampliar su negocio con parques en otros continentes,​ como era el caso de Six Flags.

Proyecto y construcción

Las respectivas filiales de las empresas estadounidense Paramount Pictures y Time Warner presentaron sus ofertas para gestionar un parque temático en la futura Ciudad del Ocio, como se la llamó inicialmente a la iniciativa proyectada por la Comunidad de Madrid para San Martín de la Vega.​ La ganadora fue Six Flags, filial de Time Warner antes de ser vendida en 1995 a Boston Venture. El acuerdo entre la Warner y la Comunidad se firmó en enero de 1999.​ Según los términos del mismo, la empresa pública de la Comunidad, Arpegio, compró la finca de 544 hectáreas.​ La construcción del parque correría por cuenta un consorcio público-privado formado por la propia Arpegio, con un 43,6% de las acciones, Caja Madrid con el 21,82%, Fadesa con el 13,09%, El Corte Inglés y NH Hoteles con un 4,3% cada uno, Six Flags con el 4%, ACS-Dragados con el 3,4% y Necso, FCC y Ferrovial con el 1,7% cada una.

El proyecto no estuvo exento de polémica por parte de formaciones políticas. El PSOE dudó de la construcción del parque e IU se puso en contra del proyecto.​ Además, las tierras donde sería levantado contenían un yacimiento de aljez (piedra de yeso) de donde se extraía el 90% del yeso que consumía la Comunidad de Madrid. Los yeseros de la zona, sobre todo las empresas Techos FK y Hermanos Castaño, exigieron 10 000 millones de pesetas de indemnización, cuando el presupuesto total del parque iba a ser de unos 30.000 millones.

La Comunidad de Madrid adquirió 150 hectáreas por 8 millones de euros y,​ tras llegar a un acuerdo judicial con los yeseros, el parque comenzó su construcción en la primavera de 1999.​ En abril del mismo año se desveló que su nombre sería Warner Bros. Movie World Madrid y la Comunidad invirtió 28 millones más para desdoblar 8 kilómetros de la M-506.​ Finalmente, en 2002, se terminaron las instalaciones con un costo de 368 millones de euros, de los cuales 160 los aportó la Comunidad de Madrid, con la idea de vender después su parte e ingresar la plusvalía.​ La gestión quedó en manos de Six Flags.

Primeros años

Warner Bros. Movie World Madrid abrió en 2002, con los artistas invitados Bo Derek y Christopher Lambert.​ Una etapa de la Vuelta Ciclista a España salió del parque temático en septiembre de 2002.​ Pese a todo, no se lograron los tres millones de visitas anuales que calculaban y pronto se debieron bajar sus expectativas a un millón anual.​ Muchas instalaciones españolas de este tipo pasaban apuros económicos en aquella época,​ uno de los motivos alegados siempre residía en el bajo índice de repetición, es decir, eran pocos los visitantes que volvía tras la primera visita. Sin embargo, distintos protagonistas alegaron causas derivadas de la misma gestión:

  • El alto precio: una de ellas, que ha perdurado en el tiempo, era el elevado coste de la entrada y no poder llevar comida, incluso se menciona en guías de visitas.​ Además, al contrario que otras instalaciones como el Parque de Atracciones de Madrid, el aparcamiento era de pago.
  • El primer año también se produjeron largas colas entre otras cosas por la desmotivación y escasa formación de los empleados. Las jornadas resultaban largas sin tiempo para ir al servicio. Incluso se llegó a bajas voluntarias de hasta 56 empleados; además había contratos por días, lo que hacía que los trabajadores no conocieran las instalaciones. La empresa reaccionó impartiendo cursos a los mandos intermedios para que no apretaran tanto a los empleados. Los socios de Six Flags siempre alegaron el poco conocimiento que la empresa tenía de las costumbres españolas, razón por la cual deseaban rescindir el contrato.
  • Según varios clientes el número de restaurantes era escaso y la comida escaseaba o faltaba. Este punto fue desmentido por la directora del parque Pilar Azcárraga, para quien la oferta culinaria era suficiente para cubrir la demanda.
  • Casos de lipotimias. Debido a problemas en el abastecimiento, en ocasiones las máquinas expendedoras se quedaron sin suministros, esto, unido a la falta de fuentes públicas, la juventud de la vegetación (aún pequeña para proporcionar sombra) y la escasez de lugares con agua, provocó varios casos de lipotimias. Al año siguiente de su apertura, el parque instaló más atracciones con agua donde los visitantes pudieran refrescarse.

Por todo esto, los sindicatos marcaban un nivel de satisfacción entre los visitantes del 50%, pero este dato fue negado por la directora, quien lo elevó a un 90%.

En 2006 el parque siguió sin generar beneficios, alcanzando una deuda mayor, 240 millones de euros (el 80% de su coste). La Comunidad de Madrid, antes de vender sus acciones, recalificó los terrenos aledaños al parque para que se pudiera construir en ellos en un futuro, medida por la que recibió muchas quejas por usar el dinero público para la gestión del parque de ocio. Las acciones las compró la constructora Fadesa por 25 millones de euros y con el acuerdo de que las instalaciones las gestionara durante los siguientes 10 años Parques Reunidos, una firma nacida de la gestora del Parque de Atracciones de Madrid y la empresa de capital riesgo estadounidense Advent International.

Fadesa protagonizaría poco después una de las mayores quiebras de la historia española, pero Parques Reunidos siguió adelante. El parque cambió a su actual nombre, Parque Warner Madrid. No fue hasta esa fecha cuando el Parque Warner comenzó a ser rentable tras la entrada de Parques Reunidos y su director, Juan José de Torres, quien afirmaba no gustarle los parques de atracciones, pero que logró invertir la cuenta de resultados.​ En 2014 el Parque fue considerado el vigésimo más visitado de Europa.

En el año 2018 bajo la Dirección de Diego Gracia el Parque alcanza sus mejores cifras de negocio con 2.3 millones de visitantes. Esta mejora se debe a diferentes factores, y según el informe de AECOM, se debe al desarrollo del área de marketing, así como a la expansión de su parque acuático y a los beneficios que ofrece el Bono Parques, en el que se incluye el Parque Warner.


Fuente: Wikipedia

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