Hidrografía de Sevilla


El municipio de Sevilla está atravesado en su lado occidental, por el río Guadalquivir, en cuya cuenca hidrográfica se encuentra integrada la totalidad de su provincia. Se enclava en pleno valle del Guadalquivir, una de las tres unidades litológicas en las que se divide dicha cuenca, en uno de los últimos meandros que configura este río antes de entrarse en la zona de marismas existente hasta su desembocadura.

El Guadalquivir es el río más largo de Andalucía y el quinto de la península ibérica, con un recorrido de 657 km. Es navegable a través de un tronco principal de unos 90 km de longitud, desde su desembocadura al océano Atlántico en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) hasta Sevilla, donde se halla el único puerto fluvial de España.

La parte oriental y suroriental de Sevilla está bañada por otros tres cursos fluviales, afluentes o subafluentes del Guadalquivir por su margen izquierda. El más importante de ellos es el río Guadaíra, que nace en la gaditana sierra de Pozo Amargo, discurre por el extremo sureste del término municipal y desemboca en el Guadalquivir, 20 km aguas abajo del casco urbano sevillano. Los arroyos Tagarete y Tamarguillo completan la red hidrográfica de la ciudad.

Sevilla está aproximadamente en el centro del curso bajo del Guadalquivir, que comienza a unos 90 km aguas arriba en el término de Palma del Río (Córdoba) y termina a unos 90 km aguas abajo en la desembocadura del río.

Cambios en el Guadalquivir a su paso por Sevilla

A su paso por la urbe, el río posee un caudal notable, tras haber recibido las aportaciones de todos sus grandes afluentes, entre ellos el Genil, que es su afluente más importante y confluye con él en la localidad de Palma del Río. En la estación de aforo instalada en Sevilla, el Guadalquivir registra un caudal medio de 197,6 m³/s,​ muy superior a los niveles alcanzados en el curso medio (52,40 km³/s, en Marmolejo, Jaén) y en el curso alto (15 m³/s, en el embalse de Puente de la Cerrada, en Torreperogil, aguas abajo del pantano del Tranco, Jaén).

El río presenta un régimen hidrológico preferentemente pluvial, que determina fuertes variaciones de su caudal. Estas eran visibles en Sevilla, con estiajes por debajo de los 10 m³/s y crecidas de 5000 y 9000 m³/s, con periodos de recurrencia de 5 y 100 años respectivamente. En la actualidad, las oscilaciones han disminuido notablemente gracias a la regulación a la que está sometida toda la cuenca del río.

A la irregularidad de este régimen hidrológico se añade la ubicación de Sevilla sobre una llanura aluvial, en plena zona de inundaciones, ha condicionado históricamente el trazado urbanístico de la ciudad. El cauce natural del río ha sido modificado por infraestructuras dirigidas a prevenir las grandes avenidas. Antes de la regulación actual, las crecidas elevaban las aguas a una cota entre 7 y 10 m y las zonas más bajas de la urbe, como la Alameda de Hércules, están situadas a una cota de tan solo 4,30 m,​ sobre lo que fue el lecho de un brazo secundario del río, cegado en época visigótica, y desecado en el siglo XVI.

Vista desde la Giralda hacia el sur, con la zona portuaria y el puente del V Centenario al fondo

Se han realizado importantes intervenciones en el cauce del río a lo largo del siglo XIX y XX buscando tanto una mejora en la navegabilidad y satisfacer las necesidades del puerto, como reducir el efecto de las crecidas del río en la población, que han consistido en su mayor parte en rectificaciones del trazado en el cauce eliminando curvas y en el levantamiento de diques que han reducido la longitud del Guadalquivir en casi 40 km.​ Es el caso de las obras realizadas en el año 1950, mediante las cuales se desvió el cauce activo hacia el oeste y se construyó una dársena sobre el primitivo.

También se ha alterado la red hidrográfica municipal de la margen izquierda del Guadalquivir, conformada por los arroyos Tagarete y Tamarguillo, y el río Guadaíra, igualmente caracterizados por un régimen de fuerte irregularidad. El primero tuvo una gran importancia defensiva durante la Edad Media, al delimitar por extramuros el flanco oriental de la ciudad hasta su confluencia con el Guadalquivir, cerca de la Torre del Oro. Su cauce ha sido sucesivamente modificado, alejándolo progresivamente del núcleo urbano y convirtiéndolo en un afluente directo del Tamarguillo.​ En el parque de Miraflores, situado al norte de Sevilla, se ha reconstruido parte del cauce original del arroyo Tagarete.

Por su parte, el Tamarguillo discurría en sentido este-oeste por la parte meridional y oriental del núcleo urbano y se canalizó desviando su cauce por el norte del centro histórico, lo que ha permitido la expansión de la ciudad hacia el este, con la creación de nuevas avenidas como la ronda del Tamarguillo, levantada sobre uno de los antiguos encauzamientos de esta corriente.


​Fuente: Wikipedia

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