Funcionamiento del correo electrónico


Funcionamiento del correo electrónico

El correo electrónico difiere de otros servicios de Internet en un característica fundamental: los ordenadores del emisor y el receptor del mensaje no necesitan estar conectados en el momento del envío. Para navegar por la World Wide Web, por ejemplo, es preciso una constante comunicación entre nuestro ordenador y los servidores web, que se realiza a través de una serie de servidores intermedios; ambos ordenadores y todos los dispositivos de red que los unen deben estar activos al mismo tiempo.

Tal requisito no existe en el correo electrónico, lo cual es, obviamente, una gran ventaja. Cuando se envía un mensaje, el servidor en que se aloja el buzón del receptor, o la red de la que forma parte, o cualquier dispositivo intermedio podrían estar saturados o padecer cualquier tipo de disfunción momentánea. A pesar de ello, y gracias al funcionamiento del servicio, el mensaje acabará indefectiblemente llegando a su destino. De ahí que, junto a su rapidez y economía, suela destacarse entre las virtudes del correo electrónico su fiabilidad; si por alguna razón un mensaje no puede tramitarse, se devuelve al remitente con un aviso acerca de la causa del error.

De forma simplificada, el proceso de envío y recepción puede resumirse como sigue: al apretar el botón «Enviar», nuestro ordenador transmite el mensaje al servidor de correo saliente (SMTP server) del servicio que tenemos contratado (por ejemplo, al servidor smtp.gmail.com si usamos Gmail). El servidor examina la dirección del destinatario; tal dirección se compone de un nombre de usuario y un nombre de domino unidos por el símbolo arroba (@), por ejemplo, antoniolopez@yahoo.com. El nombre de dominio corresponde a la dirección IP del servidor al que debe dirigirse el mensaje, y el nombre de usuario al «buzón» o porción del disco duro de dicho servidor que contiene los mensajes dirigidos al mismo.


*Funcionamiento del correo electrónico

Examinada la dirección, el servidor SMTP decide cuál es la mejor ruta para que el mensaje llegue al servidor de destino, y lo transfiere a un servidor de correo que se halla en el camino. Si no puede enviarlo por alguna razón, lo guarda para reenviarlo posteriormente. Este proceso se repite hasta llegar al servidor en que se halla el buzón del destinatario. Siempre que en el camino hay algún ordenador o dispositivo fuera de servicio, el servidor correspondiente guarda provisionalmente el mensaje y reintenta más tarde el envío. El destino final del mensaje, como se ha dicho, es un servidor en el que residen un conjunto de cuentas de correo o buzones (POP o IMAP server), entre los que se encuentra el buzón del destinatario del mensaje.

El envío y la recepción de correo electrónico son dos procesos independientes que se ejecutan a través de servidores distintos. Conforme a lo anterior, los mensajes se envían a través de un servidor SMTP. Pero para leer el correo recibido, lo que hacemos (de forma inadvertida a través del navegador) es conectarnos al servidor POP3 o IMAP4 (por ejemplo, a pop3.gmail.com en el caso de Gmail) en el que se encuentra nuestro buzón. En el espacio asignado a nuestra cuenta en ese servidor (siempre conectado a Internet) se almacenan los mensajes recibidos que podremos leer al acceder al correo.


 

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