Terapia pasiva de anticuerpos contra el coronavirus COVID-19
Se está investigando el uso de donaciones de plasma sanguíneo de personas que ya se han recuperado de la COVID-19, una estrategia que se aplicó con éxito contra la gripe de 1918 y que se ha probado para el SARS, un primo anterior de COVID-19 y otras enfermedades como la fiebre hemorrágica argentina. El mecanismo de acción es que los anticuerpos producidos naturalmente («suero convaleciente») en el sistema inmune de aquellos que ya se han recuperado, se transfieren directamente a las personas que los necesitan. Se proporciona así una forma de inmunización no basada en vacuna. Esta terapia fue autorizada por la FDA estadounidense en agosto de 2020 como tratamiento de emergencia contra la COVID-19. El primer ensayo clínico completo, publicado en enero de 2021, concluyó que la aplicación de transfusiones de plasma durante la fase inicial de síntomas leves redujo la gravedad de la enfermedad en un 60% de los casos.
Una versión más compleja de esta terapia consiste en sintetizar en laboratorio los anticuerpos contra la COVID-19, llamados «monoclonales», para después inyectárselos a los pacientes. Varias empresas farmacéuticas, como Vir Biotechnology, han evaluado la efectividad contra el virus SARS-Cov-2 de anticuerpos monoclonales previamente identificados contra otros virus. En marzo de 2020, se halló un anticuerpo monoclonal humano que bloquea la infección por SARS-CoV-2. Mientras que las transfusiones de plasma son muy baratas y sencillas de realizar, el tratamiento con anticuerpos monoclonales costaría decenas de miles de euros por paciente.
Posición de los NIH sobre el uso de los anticuerpos monoclonales en el tratamiento de la infección por SARS-CoV-2.
Fuente: Wikipedia