Origen e historia de la Guardia Civil


Origen e historia de la Guardia Civil

En 1476 los Reyes Católicos crearon un nuevo reglamento para las hermandades policiales de España, que habían existido durante la Edad Media, para mantener la seguridad en los campos. Este nuevo reglamento las unificó y las puso bajo la autoridad de los reyes. Fue conocida como la Hermandad General y, posteriormente, como la Santa Hermandad.​ Estaba organizada en capitanías y puede considerarse el precedente de la Guardia Civil.​ A principios del siglo XIX era una organización prácticamente testimonial.​ Fue disuelta en 1835.

Tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), aumentaron las bandas de delincuentes.​ Esto fue conocido como el bandolerismo. La Milicia Nacional, que había servido para combatir al invasor francés durante la guerra, fue reinstaurada en el Trienio Liberal, entre 1820 y 1823, pero estaban desorganizados y eran poco profesionales.

En 1820 Pedro Agustín Girón, teniente de la Guardia Real, propuso la creación de una organización policial con estructura militar pero al servicio del poder civil, llamada Legión de Salvaguardias Nacionales. Finalmente, este proyecto no se llevó a cabo y tuvo que marcharse al exilio con su hijo, Francisco Javier Girón Ezpeleta, en 1822.

En 1824 Fernando VII creó la Policía General del Reino.​ Sin embargo, esta se ocupó sobre todo de las ciudades y quedó desvirtuada por Francisco Tadeo Calomarde al convertirse en una policía política que reprimía a enemigos del absolutismo.​ En 1827 esta organización fue reformada y el superintendente Juan José Recacho huyó al extranjero.​ La reforma hizo que, obligatoriamente, fuesen agentes al servicio de miembros de la judicatura y de los alcaldes mayores de las provincias.

Para el control de fronteras y evitar el contrabando, en 1829 Fernando VII creó el Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, completado por el Resguardo Civil, que ejercía un control en el interior. En 1842 se reorganizó como el Cuerpo de Carabineros del Reino, a cargo del mariscal de campo Martín José de Iriarte. Este dependía del Ministerio de Hacienda.

En noviembre de 1843 el presidente del gobierno, Salustiano Olózaga, consideró que la policía de entonces no era lo suficientemente eficaz y quiso reinstaurar la Milicia Nacional, pero el proyecto no se llevó a cabo y terminó dejando el gobierno.

El 5 de diciembre pasó a ser presidente Luis González Bravo. El 31 de diciembre de 1843 el ministro de la Guerra, Manuel de Mazarredo, escribió una solicitud al ministro de la Gobernación, el marqués de Peñaflorida,​ para que crearse una fuerza pública que librase al Ejército de tener que perseguir a delincuentes. Según algunos autores, la creación del cuerpo no tiene que ver con la protección del campo y el control de la delincuencia, sino con la desconfianza de la clase gobernante hacia el Ejército, tanto en su obediencia a Isabel II (declarada mayor de edad el 8 de noviembre de 1843) como en su capacidad para contener desórdenes civiles. El real decreto de su fundación indicaba que «la fuerza civil sirve para evitar la intervención del Ejército en los actos populares».

El subsecretario de Gobernación, Patricio de la Escosura, redactó el Real Decreto del 26 de enero de 1844, para la reorganización de la seguridad pública en España.​ El 30 de enero de 1844 se publicó un reglamento desarrollando este Real Decreto, en cuyo artículo 10 se decía que el ministro de la Gobernación organizaría «una fuerza especial destinada a proteger eficazmente a las personas y las propiedades, cuyo amparo es el principal objeto del ramo de protección y seguridad».

El ministro de la Gobernación se dedicó a la elaboración de un decreto para la creación de esta fuerza de seguridad. El 10 de marzo presentó al Gobierno un borrador completo, que fue modificado por el Consejo de Ministros en algunos aspectos, dando lugar a un nuevo documento el 14 de marzo.​ Los que redactaron este decreto fueron Patricio de la Escosura y Manuel Beltrán de Lis y Ribes. La reina Isabel II firmó el Real Decreto el 28 de marzo de 1844.

El Real Decreto del 12 de abril de 1844 estableció que el Ministerio de la Guerra se encargaría de la organización inicial de la Guardia Civil, pero que posteriormente estaría a cargo de las autoridades civiles.​ La organización de este cuerpo le fue encargada al mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta.​ Este Real Decreto le fue enviado, junto con una comunicación oficial de su encargo, a Cataluña, en donde se encontraba, el 15 de abril.

Francisco Javier Girón Ezpeleta, II duque de Ahumada y V marqués de Las Amarillas, fue un militar isabelino que sirvió a las órdenes del general Leopoldo O’Donnell en la Primera Guerra Carlista, contra el general Ramón Cabrera. En 1843 fue nombrado jefe militar en la región de Cataluña. Allí conoció la formación de los Mozos de Escuadra, que le agradó y del cual tomó ideas para la formación de la Guardia Civil. En aquel entonces existían otras organizaciones de seguridad en España: rondas volantes extraordinarias en Cataluña, compañías de miñones y de migueletes en Valencia, escopeteros en Sevilla, Toledo y Ciudad Real, escuadras de gendarmes en Pamplona, celadores en las provincias de Castellón de la Plana y Jaén, entre otras, salvaguardias en Santander, la compañía de faletís en Cádiz, el tercio rural de migueletes en Salamanca y muchas otras. En estas organizaciones había unos 4 000 efectivos en total.

Canarias se encargaban de esto batallones y secciones de militares. En 1877 se crearon las Compañías de Guardias Provinciales, formadas por militares que realizaban una función similar a la de la Guardia Civil.

El duque de Ahumada propuso la creación de un cuerpo de seguridad profesional, estable y bien organizado. Le dio mucha importancia a que la tropa tuviera un buen sueldo, para evitar la corrupción, y también que fuese gente de conocida honradez y alfabetizada.​ También propuso que hubiera más oficiales subalternos, para que hubiese una mayor vigilancia. Redactó siete puntos para la organización, que fueron aceptados por el presidente Narváez y recogidos en el Real Decreto del 13 de mayo de 1844.

El uniforme quedó establecido por Real Decreto del 15 de junio de 1844.

El verano de 1844 se recibió a los aspirantes en los cuarteles de Leganés, Vicálvaro y Alcalá de Henares.

El 1 de septiembre el presidente y ministro de la Guerra, Narváez, pasó revista a la Guardia Civil por primera vez, a las afueras de la Puerta de Atocha. Había 1 500 guardias de infantería y 370 de caballería.​ Ese día el duque de Ahumada fue nombrado inspector general de la Guardia Civil.

El Reglamento para el Servicio de la Guardia Civil, aprobado por el Real Decreto del 9 de octubre de 1844, estableció las obligaciones y facultades de la Guardia Civil, su dependencia orgánica, vinculada en lo referido a su servicio peculiar al Ministerio de la Gobernación. El artículo dice que el objetivo de la Guardia Civil es: «la conservación del orden público, la protección de las personas y las propiedades (…) y el auxilio que reclame la ejecución de las leyes». El artículo 31 dice: «En los caminos, en los campos y despoblados, toda unidad o individuo de la Guardia Civil cuidará de proteger a cualquier persona que se vea en algún peligro o desgracia, ya prestando el auxilio de la fuerza, ya facilitando el socorro que tuviese a su alcance».

El 10 de octubre de 1844 la reina Isabel II pasó a ser mayor de edad, conforme a la legislación de entonces, al cumplir 14 años.​ Ese día, fue desde el Palacio Real a inaugurar las nuevas Cortes.​ En el recorrido, fue escoltada por la Guardia Civil.

El Reglamento Militar de la Guardia Civil, aprobado por el Real Decreto del 15 de octubre, fue elaborado por el Ministerio de la Guerra bajo la égida del duque de Ahumada y es por tanto más conforme con su doctrina y carácter. Determina la organización con arreglo a criterios castrenses, los ascensos, dependencia, obligaciones, disciplina y estatuto del personal del Cuerpo.

El duque de Ahumada quería poner a la Guardia Civil a resguardo de la contienda política, dotándola de una filosofía autónoma que le permitiera prestar un servicio civil sin menoscabo de la estructura militar.​ Por ello, el 16 de enero de 1845 redactó una circular sobre esto.​ Fue aprobada por Real Orden el 20 de diciembre de 1845. Es conocida como la «Cartilla o el Código Moral de la Guardia Civil».​ Este manual es fundamental para comprender a la Guardia Civil en la actualidad.

El artículo 1 dice: «el honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás». El artículo 4 dice que debe ser: «siempre fiel a su deber, sereno en el peligro, y desempeñando sus funciones con dignidad, prudencia y firmeza». El artículo 5 dice que debe ser: «prudente sin debilidad, firme sin violencia, y político sin bajeza». El artículo 6 dice: «procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido, y que a su presentación el que se creía cercado de asesinos, se vea libre de ellos; el que tenía su casa presa de las llamas, considere su incendio apagado; el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo vea salvado; y por último siempre debe velar por la propiedad y la seguridad de todos». El artículo 3 dice: «Será muy atento con todos».

En los cuarteles, el comandante del puesto pasó a ser una auténtica institución en los pueblos rurales y actuaba también como consejero jurídico de la gente humilde.

Primigenia organización

En 1844 los políticos de las provincias realizaron informes sobre las necesidades de seguridad en sus territorios. En base a ellos, el duque de Ahumada estableció aquel año doce tercios con las siguientes capitales: Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, La Coruña, Zaragoza, Granada, Oviedo, Cáceres, Pamplona, Burgos y Vitoria. Por Real Orden del 20 de octubre de 1844, se mandaron compañías del Primer Tercio, el de Madrid, a Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara. En agosto de 1846 se creó el Tercio de Baleares. En 1898 se puso una comandancia en Tenerife, sobre la base de la Compañía de Guardias Provinciales, organizándose como tercio en 1936.​ Estos tercios estaban integrados por compañías de infantería y escuadrones de caballería. A finales de 1844 había 3 000 guardias civiles y en 1845 había 7 140.

La Guardia Civil prestó servicio en Melilla desde la Comandancia de Málaga y en Ceuta desde la Comandancia de Cádiz. En 1893 se instaló en Melilla​ y 1898 en Ceuta.

La organización centralista hizo que el recién creado Cuerpo se fuera desplegando por todo el territorio nacional, quedando estructurado por orden descendente desde la Dirección General o Inspección General —denominación según épocas— en tercios, comandancias, compañías, líneas y puestos o destacamentos

La Guardia Civil en el Caribe y Filipinas

En 1851 se instalaron en Cuba. El capitán general José Gutiérrez de la Concha, amigo del duque de Ahumada, llevó consigo al capitán Agustín Jiménez Bueno, designado por aquel para hacerse cargo del primer tercio cubano. Allí fueron bien acogidos por su eficaz labor en la protección de la propiedad. En 1869 se creó un segundo tercio para la zona occidental, en 1870 un tercer tercio para la zona oriental y en 1872 un cuarto tercio para la zona central. En 1872 había 3 700 guardias civiles en la isla.

En 1871 el capitán general José Laureano Sanz y Posse creó un tercio para Puerto Rico.

En la Guardia Civil se instaló en Filipinas en 1868. El primer tercio se estableció en la isla de Luzón. En 1872 se creó el segundo tercio en la isla de Mindanao. En 1895 se estableció el tercer tercio en Nueva Écija.

Primeras intervenciones. Lucha contra el bandolerismo

La primera intervención del recién creado Cuerpo de la Guardia Civil tuvo lugar en Navalcarnero, el 12 de septiembre de 1844, al evitar el asalto a la diligencia de Extremadura.

Desde su creación, participó en acabar con muchos de los problemas que tenía el Estado en aquel entonces. En octubre de 1844 detuvieron a los participantes de una conspiración esparterista para asesinar al presidente Narváez.​ En noviembre el teniente general Martín Zurbano se sublevó a favor de Espartero en Nájera. La Guardia Civil de Logroño persiguió a los rebeldes y los detuvo.​ Ayudó a desmontar la rebelión que tuvo lugar en Madrid agosto de 1846, en la que practicó 300 detenciones, y otra que tuvo lugar en Valencia en noviembre.​ En esta época el Gobierno les premió con numerosas Cruces de María Isabel Luisa y con ocho Cruces de San Fernando de Primera Clase.

En 1847, durante la Segunda Guerra Carlista, las tropas partidarias del absolutismo de Benito Tristany y Ros de Eroles atacaron cuarteles de la Guardia Civil, que se defendieron con denuedo.​ Se puede destacar la defensa del Cuartel de Cervera por el sargento segundo Francisco Sanz.​ En 1849, la Guardia Civil envió un destacamento al Castillo de Caspe. Los carlistas aprovecharon que algunas tropas de la Guardia Civil habían salido en misión de reconocimiento para atacar el baluarte, que fue defendido con éxito por el sargento José Buil.​ El 25 de noviembre de 1848 las tropas del carlista Antonio Arnáiz intentaron, sin éxito, tomar el Cuartel de Hontomín,​ defendido por el cabo Juan Manuel Rey.​ El 6 de diciembre el capitán José Villanueva derrotó a unas tropas carlistas en Villaescusa la Sombría, el 15 de diciembre el capitán Hilario Chapado derrotó a otras en Arauzo de Torre y el 29 de diciembre el capitán Mariano Delofen derrotó a otras en Hortigüela.​ En la provincia de Toledo, lograron derrotar a las tropas del carlista José Montilla.​ También combatieron el absolutismo carlista en Navarra y Vascongadas. Derrotaron a las tropas de Andrés Llorente en Estella y apresaron en Zaldivia a Joaquín Julián de Alzáa.

Su primer éxito contra el bandolerismo fue cuando, en julio de 1844, detuvieron a cuatro miembros de la banda de los «Botijas», que actuaba en Despeñaperros.​ Otro caso conocido fue el del bandolero Andrés Franciso López Jiménez, conocido como el «Barquero de Cantillana». Fue arrestado en enero de 1845 por el sargento Norcisa. Luego se fugó de la cárcel y asesinó al guardia Francisco Rieles. En 1848 se hizo de un grupo de carlistas. El sargento Lasso, que había sido herido de gravedad por el bandolero, y el teniente Castillo lo mataron en otra escaramuza el 2 de noviembre de 1849.​ En 1846 detuvo a unos 5 000 delincuentes y realizó un total de 19 000 servicios y en 1847 realizó 21 600.

La lucha contra el bandolerismo continúa con éxito con la defensa de carruajes, servicio de escoltas y protección de vías y caminos. De tal modo que, en 1854 Facundo Infante, segundo director del Cuerpo, podía afirmar: «El robo de los carruajes públicos no causaba impresión diez años antes y desde la creación de la Guardia Civil, era visto con absoluto asombro».

El bandolerismo se consideraba prácticamente desaparecido a finales del siglo XIX, aunque se dieron algunos casos a principios del siglo XX.

El 6 de octubre de 1903 un guardia civil detuvo al bandolero Manuel López Ramírez, «Vizcaya», en la feria de Baena, provincia de Córdoba. Fue la primera detención de un delincuente que hizo un guardia civil de paisano. No obstante, la intención del duque de Ahumada es que fueran con el uniforme siempre que pudieran, como aparece en la Real Orden del 5 de septiembre de 1867. La primera vez que se reguló que los agentes de la Guardia Civil fueran de paisano fue en 1935.​ En 1907 fueron abatidos por la Guardia Civil en una escaramuza el «Pernales» y el «Niño del Arahal».

La Guardia Civil también ayudó a reducir el contrabando.​ En 1846 realizó aprehensiones de contrabando que supusieron un 80% de la cantidad que había requisado la organización que entonces estaba especializada en ello, los Carabineros.

También colaboraron en labores humanitarias en incendios, inundaciones y otras catástrofes. Prestaron una gran ayuda durante una inundación en Barcelona en diciembre de 1844.​ También ayudaron a los pasajeros de la goleta británica Mary, que estaba embarrancada en la desembocadura del Guadalquivir, el 9 de abril de 1848.

La Guardia Civil también participó en la Guerra de África, de entre 1859 y 1860.

Creación de la Compañía de Guardias Jóvenes

El duque de Ahumada, conocedor de la necesidad de ayudar a los huérfanos del cuerpo, creó la Compañía de Guardias Jóvenes, aprobada por Real Orden del 1 de abril de 1853. Su primera ubicación fue el Cuartel de San Martín, en Madrid, con una residencia en Pinto. Los primeros alumnos fueron doce, hijos de huérfanos o heridos que ya no podían prestar servicio. En 1852 esta institución, con su residencia, se trasladaron a Valdemoro, al edificio de una antigua Real Fábrica de Paños y Tapices.​ Como anécdota, por esto, los alumnos fueron apodados «polillas».

El 19 de junio de 1880, los reyes Alfonso XII y María Cristina, junto con las infantas María de la Paz y Eulalia, asistieron a la ceremonia de colocación de la primera piedra de sus nuevas instalaciones educativas en Valdemoro.

En Valdemoro, prestaba formación académica y profesional a los huérfanos e hijos de guardias en general. También tenía el objetivo de dar formación a los guardias civiles para que ascendieran a cabos cuando llevasen dos años de prácticas en un puesto.​ Su nombre es Colegio de Guardias Jóvenes «Duque de Ahumada».

Dado que en las instalaciones del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro se ha centralizado la Jefatura de Enseñanza, también se realizan pruebas de selección entre los Guardias Civiles en servicio para el acceso y/o perfeccionamiento de algunas especialidades propias del Cuerpo, como Policía Judicial, Servicio de Información, etc., así como también Jornadas de Actualización de Conocimientos en Seguridad Ciudadana de modo periódico para los Agentes destinados en unidades de Prevención de la Delincuencia.

Tras visitar las instalaciones de Valdemoro, el director general de la Guardia Civil, Ángel Aznar Butigieg, fundó en 1914 el Colegio Infanta María Teresa en Madrid, que realiza una labor semejante.

Crisis de continuidad

Tras el triunfo final de la Revolución de 1854, también conocida como la Vicalvarada, finaliza la Década moderada y comienza el Bienio progresista. Espartero llegó de nuevo a presidente y nombró a su acólito Facundo Infante Chaves nuevo inspector general de la Guardia Civil,​ cargo que ostentó hasta 1856. También realizó el primer reglamento del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro.

Con el cambio de signo político y habiendo sido empleada la Guardia Civil para combatir principalmente los sucesos revolucionarios por parte del anterior gobierno moderado, comenzaron a surgir voces contrarias a su continuidad que demandaban la inmediata disolución del cuerpo. Ello supuso no pocos incidentes sufridos por los Guardias, nuevamente diseminados por los puestos de toda la geografía, lo que ocasionó que el nuevo inspector general Infante cursara órdenes expeditivas a los jefes políticos de las provincias para que con toda contundencia atajaran estos comportamientos hostiles.

De la misma forma se encargó, este segundo inspector general desde su cargo de presidente de las Cortes y destacado miembro de su facción política, de oponerse a esa misma pretensión por parte de algunos de sus propios compañeros del partido progresista. Oposición que se sustancia en la cumplida respuesta que da Infante al diputado Llanos, que el 30 de junio de 1855 interviene desde la propia tribuna de oradores con un discurso tan calumnioso como falso, en el que el propio interviniente reconoce que «no poseía los menores conocimientos de lo que impugnaba».

En 1856 volvió a ser presidente Narváez, que puso de nuevo como inspector general de la Guardia Civil al duque de Ahumada. En 1858 llegó a presidente Leopoldo O’Donnell, que nombró inspector general al teniente general Isidoro de Hoyos.​ En 1858 Isidoro de Hoyos creó la Guardia Civil Veterana, con personal del cuerpo, para la seguridad de la capital.

Restauración Borbónica

Durante la Restauración borbónica se adscribe a la Guardia Civil y a los Carabineros al Ministerio de Guerra, «para los efectos de organización y disciplina», dándoles carácter militar mediante la Ley Adicional a la Constitutiva del Ejército el 19 de julio de 1889, que desarrollaba y modificaba aspectos de la Ley Constitutiva del Ejército de 1878 y que era una concreción de las funciones de las Fuerzas Armadas a realizar tras la Constitución de 1876.​ Durante dicho periodo, encontramos su participación en tareas de seguridad en las entonces colonias de Cuba y Filipinas.

En la Real Orden de 7 de junio de 1876, la Guardia Civil adquirió tareas de protección del medio ambiente: protección de montes públicos, prevención de incendios, impedir aprovechamientos clandestinos de recursos y otras.

En 1902 se creó una sección de ciclistas de la Guardia Civil en Madrid, a modo de ensayo, pero fue suprimida en 1903. En 1914 se creó un grupo de ciclistas en la Comandancia de Guipúzcoa. En mayo de 1922 se creó el Parque de Máquinas de Locomoción en Madrid, con dos ómnibus, una camioneta, siete coches ligeros y dos motocicletas. La sección ciclista de Guipúzcoa fue suprimida en 1925 para emplear motocicletas del Parque de Máquinas de Locomoción.​ Este es el origen del parque móvil de la Guardia Civil, que está adscrito al Parque Móvil del Estado.

En 1884 se dotó al Ejército y a la Guardia Civil de un revólver Ona n.º 7, diseño de Smith & Wesson fabricado por Orbea Hermanos hasta 1895 y, posteriormente, por Gárate, Anitua y Compañía y por Trocaola, Aranzábal y Compañía. En 1922 se dotó al cuerpo de la pistola STAR de 9 mm, fabricada por Bonifacio Echeverría S. A.. La Guardia Civil usó pistolas STAR hasta el siglo XXI, en que empezó a usar las Beretta 92.

En 1921 se creó el primer Museo de la Guardia Civil en el Colegio Infanta María Teresa de Madrid.

En 1922 instaló su servicio radiotelegráfico, para ofrecer un mejor servicio con las telecomunicaciones.

La uniformidad, ya reformada en 1909, después de más de sesenta años inalterada, vuelve a revisarse en 1922 y de nuevo en 1925, cambiando el viejo uniforme, vistoso pero poco práctico, por uno caracterizado por su color verde y mayor comodidad y adecuación a las necesidades del servicio.

La Guardia Civil también estuvo en la Guerra del Rif.

La Guardia Civil tiene un himno oficial desde el 19 de diciembre de 1922.

Hasta 1929 se habían otorgado 438 cruces de la Orden Civil de Beneficencia a guardias civiles individuales. Por Real Decreto del 4 de octubre de 1929 se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia a la Guardia Civil en su conjunto «por los innumerables actos de servicio abnegados, humanitarios y heroicos que los individuos pertenecientes al mismo han realizado con motivo de incendios, inundaciones y salvamentos de náufragos». Por todo ello, pasó a ser referida como la Benemérita.

Para 1931, coincidiendo con la proclamación de la Segunda República, la Benemérita contaba con 30 000 efectivos.​ Durante los años 30 el cuerpo mantuvo la misma estructura y personal que en la época de la monarquía, aunque se vio inmerso en los conflictos sociales y la inestabilidad que caracterizaron al periodo.

Guerra Civil

Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936 el cuerpo se dividió entre las fuerzas de uno y otro bando casi al 50 %, aunque el Inspector general del cuerpo, el general Pozas, se mantuvo fiel al gobierno republicano.​ En Barcelona tanto los comandantes de la Guardia civil, Aranguren y Escobar, como sus hombres se mantuvieron fieles a la República y combatieron eficazmente la rebelión.​ En Madrid los efectivos se mantuvieron fieles y ayudaron más tarde a reprimir tanto la rebelión del Cuartel de la Montaña, como reprimir los focos rebeldes que había en los alrededores de la capital. En Valencia también se mantuvo fiel e incluso algunos mandos del cuerpo repartieron armas a los obreros.​ En Pamplona se dio la circunstancia de que el comandante Rodríguez Medel fue leal al gobierno republicano, mientras que su guarnición estaba del lado de los rebeldes, y de hecho Rodríguez Medel fue asesinado por sus subordinados. 

En la zona republicana la Guardia civil dejó de existir poco después del comienzo de la contienda, pues por el Decreto de 30 de agosto de 1936 se dispuso el cambio de denominación por el de Guardia Nacional Republicana (GNR).

En la guerra, el papel de la Guardia Civil se limitó a combatir en Columnas y en las grandes unidades que fueron apareciendo y a realizar en retaguardia una labor meramente policial, salvo excepciones en las que el Cuerpo tuvo acciones de campaña rememoradas como heroicas por ambos bandos: el asedio del Alcázar en Toledo, el sitio de Oviedo y el asedio del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza (Jaén), defendido por el capitán Cortés. Estas últimas acciones valieron otras tantas Cruces laureadas de San Fernando (máxima condecoración militar española en tiempos de guerra) a título colectivo. Además, quince guardias civiles —dos comandantes, dos capitanes, un teniente, tres sargentos, dos cabos y cinco guardias de segunda clase— recibieron la misma condecoración a título individual (listado). El comandante Escobar ascendió al generalato y durante la contienda ocupó importantes puestos militares, liderando la última ofensiva republicana de la guerra.

La contribución en vidas humanas fue muy alta: una estimación aproximada es la de 2714 muertos (7,83 % de la plantilla) y 4117 heridos. En un muestreo realizado por el Servicio de Estudios Históricos del propio Cuerpo, un 83 % aproximadamente de la cifra de muertos corresponde a guardias civiles que fueron leales a la República.

Dictadura franquista

Tras el fin de la Guerra Civil y bajo la dictadura del general Francisco Franco Bahamonde se produjo una reorganización total del Estado, y la Guardia Civil no fue ajena a la misma, llegando a comentar algunos historiadores la pretensión oficial de hacer desaparecer el Cuerpo, que no llegó a confirmarse al asegurar la permanencia del Instituto, en la Ley de 15 de marzo de 1940.​ La citada ley, además de confirmar la continuidad de la Guardia Civil como fuerza de orden público, unificaba el Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras (fundado el 9 de marzo de 1829 y organizado por el mariscal de campo José Ramón Rodil) con aquella, encomendándole, además de las que poseía, las misiones de vigilancia de costas y fronteras y la represión del fraude y el contrabando.

Tras la unificación del Cuerpo de Carabineros con la Guardia Civil, se reconsideró redactar dos nuevos reglamentos, pues si bien los anteriores se complementaban, era necesario fundirlos en uno solo que recogiese los aspectos fundamentales de cada uno. Así, el 23 de julio de 1942 se aprobó el Reglamento Militar, y el 14 de mayo de 1943, el Reglamento para el servicio, que, tras sufrir ligeras variaciones, son los que con los principios marcados por el duque de Ahumada señalan la pauta general del Cuerpo. En 1942 se creó la academia del servicio fiscal en Sabadell, hasta su traslado a Valdemoro en 1997.​ En 1945 se creó la Academia de Guardias de Úbeda.

Hasta 1950 los oficiales de la Guardia Civil provenían del Ejército. En 1951 se creó la Academia Especial de Madrid, para la formación de guardias civiles para su labor de oficiales del Cuerpo.

Entre mediados de la década de 1940 y comienzos de la década de 1960 la Guardia Civil participó en numerosos enfrentamientos contra los maquis.​ En esta etapa los maquis mataron a 953 personas, realizaron más de 500 sabotajes, casi 6 000 atracos y casi 1 000 secuestros. Las fuerzas del orden abatieron a 2 173 guerrilleros, detuvieron a 2 841 y otros 546 se entregaron.

En 1948 empezó a usar perros para el rastreo. En 1951 se creó una sección para esto.

En 1959 se confía a la Guardia Civil la vigilancia y regulación del tráfico en las carreteras, creándose una Unidad especializada con el nombre de Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, que sustituye en esas funciones desempeñadas hasta entonces por la Policía Armada y de Tráfico, insuficiente e inadecuadamente desplegada y dotada para ello.

El 7 de junio de 1968 es asesinado el guardia civil José Ángel Pardines Arcay, que se convierte en la primera víctima reivindicada de la banda terrorista ETA. En 1969 abandona sus puestos en la antigua Guinea española y se funda en Sevilla el Grupo de Escafandristas, que, posteriormente, y ya en 1981, se convertiría en el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas, unidad de élite en la función de rescate de desaparecidos y muertos, así como en la localización de pruebas para la investigación policial en el medio acuático.

En enero de 1973 se crea el Servicio de Helicópteros, que se transformaría en 1981 en la Agrupación de Helicópteros, utilizada tanto en labores de Tráfico como en labores de Salvamento en Montaña, junto con la Unidad de Montaña, y en la regulación de contrabando de droga, operando conjuntamente, a partir de su puesta en marcha en 1992, con el Servicio Marítimo, además de funcionar con los planes de Protección Civil, a la hora de emergencias e incendios.

Monarquía parlamentaria

A finales de 1981, por Real Decreto 3543/81 de 30 de octubre, se creó la figura del guardia civil auxiliar, forma de voluntariado especial para la prestación en el Cuerpo del entonces obligatorio servicio militar. Para dar la necesaria formación a estos voluntarios se construyó ex professo en la ciudad de Baeza una nueva academia, que agotado su uso con la desaparición de los guardias auxiliares es hoy Academia de Guardias y Suboficiales.

En 1982 se crearon: el Servicio de Desactivación de Explosivos (SEDEX), a cuyos miembros se les conoce como TEDAX (técnicos en desactivación de explosivos); la Unidad Especial de Intervención (UEI), para la lucha contra el terrorismo; y el Servicio Cinológico, para los perros usados para el rastreo.

En 1982 Juan Carlos I inauguró el Museo de la Guardia Civil, en la sede central de la calle Guzmán el Bueno de Madrid.​ En 2017 se inauguró otro museo en Navas del Rey.

En el año 1986 fue nombrado el primer director general no militar del Cuerpo, Luis Roldán Ibáñez.

El Real Decreto Ley 1/1988 del 22 de febrero dio acceso a las mujeres a la Guardia Civil.

La Ley Orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, encomienda a la Guardia Civil velar por la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, por lo que por Orden General número 72, de 21 de junio de 1988 se creó el SEPRONA, Servicio de Protección de la Naturaleza, que se encarga de la protección de los bosques, la lucha contra la contaminación y la lucha contra caza y pesca ilegales.

La Academia de Oficiales de la Guardia Civil tiene dos sedes: la de Aranjuez, de 1981, y la de El Escorial, de 1989.

En 1991 se creó el Servicio Marítimo​ para la vigilancia de las costas españolas y para auxiliar a las personas en el mar.

La Guardia Civil se ha destacado también en su lucha contra el tráfico de hachís en el estrecho de Gibraltar.​

En 1978 se creó la Unidad Antiterrorista Rural, para combatir a la banda terrorista ETA,​ que se escondía en los montes. En 1980 se creó el Centro de Adiestramientos Especiales, para formar a sus miembros. En 1982 creó el Grupo de Acción Rápida, un grupo antiterrorista. En 1998 pasó a llamarse Unidad de Acción Rural y estableció su sede en Logroño.

En su lucha contra la banda terrorista ETA, ha habido 206 guardias civiles asesinados. Los últimos asesinatos de guardias civiles tuvieron lugar en 2009. ETA también ha asesinado a 183 policías nacionales, 30 policías locales y 103 militares.

En enero de 2021, la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, informó de la retirada de todos los emblemas y símbolos que quedaban de la dictadura franquista en los cuarteles y casas de la Guardia Civil por el territorio nacional, tarea emprendida diez años antes en aplicación del artículo 15 de la ley de Memoria Histórica de 2011, aunque paralizada durante los Gobiernos de Mariano Rajoy.


​Fuente: Wikipedia

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