Historia de Valencia


Historia de Valencia

Edad antigua

Recientemente se han encontrado restos arqueológicos de los siglos IV a. C. y III a. C.. Estos son los testimonios más antiguos de la presencia humana en la comarca. Investigaciones recientes han permitido conocer que Valencia y su entorno, hoy incluido dentro del entorno urbano, formaban parte de una ruta comercial de cerámica de lujo.

Valencia es una de las ciudades más antiguas de España, ya que se fundó con el nombre de Valentia Edetanorum por unos dos mil colonos romanos en el año 138 a. C., en tiempos del cónsul Décimo Junio Bruto Galaico. Esta era una ciudad clásicamente romana en su concepción, ya que se ubicó en un lugar estratégico cerca del mar, una isla fluvial atravesada por la Vía Augusta, que comunicaba la actual Andalucía (Bética) con la capital del imperio (Roma). El núcleo principal de la ciudad se localizaba en el entorno de la actual plaza de la Virgen. Allí se encontraba el foro y el cruce del Cardo y el Decumano, que eran y siguen siendo los dos ejes principales de la ciudad. El Cardo corresponde a las actuales calles Salvador-Almoina y el Decumano a la calle de los Caballeros.

Durante la guerra entre Cneo Pompeyo Magno y Quinto Sertorio, en el año 75 a. C., se destruyó la ciudad de Valenctia, la cual no volvió a reconstruirse hasta pasados unos 50 años. Tras este periodo de abandono, la ciudad recuperó su población y comenzó a construir grandes obras de infraestructura, ya en el siglo i, lo cual propició que a mediados de siglo la ciudad viviera un periodo de gran crecimiento urbano. Aunque pasados los siglos, en el siglo iii, Valencia vivió una nueva época de decadencia. Finalmente, durante los últimos años del Imperio romano, en el siglo iv, la ciudad comenzó a conformar una primitiva comunidad cristiana.


Edad Media

Época visigótica

Unos siglos después, coincidiendo con las primeras oleadas de pueblos germánicos y con el vacío de poder dejado por la administración imperial, la iglesia asumió las riendas de la ciudad y los edificios de culto cristiano fueron reemplazando los antiguos templos romanos. Con la invasión bizantina del sudoeste de la península en 554 la ciudad cobró una importancia estratégica, instalándose en ella contingentes militares visigodos.​ Tras la expulsión de los bizantinos en el 625 se inicia una etapa oscura, mal conocida por la historia y apenas documentada por la arqueología, que parece testimoniar un tono de vida urbana muy bajo. Durante el período visigótico fue sede episcopal de la iglesia católica, sufragánea de la archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana Cartaginense en la diócesis de Hispania.

La Balansiya musulmana

La etapa inmediatamente posterior a la conquista musulmana del año 711, constituye un periodo oscuro de la ciudad del que no se cuenta con gran información. Pese a esto, se conoce que Abd al-Rahman I (primer emir de Córdoba) ordenó destruir la ciudad, aunque varios años después Abd Allah al-Balansi, hijo de Abd al-Rahman I, ejerció una especie de gobierno autónomo sobre el área valenciana. Entre sus decisiones destaca la orden de construir en las afueras de la ciudad un lujoso palacio, la Russafa, origen del barrio del mismo nombre, y del que por el momento no se ha encontrado resto alguno. En esta época la urbe recibió durante unos siglos el nombre de Medina al-Turab, ciudad del barro o del polvo, por el estado de abandono en que se encontraba.

El mayor auge de la ciudad empezó con los reinos de taifas (siglo xi), uno de los cuales era el de Valencia. La ciudad creció, y en tiempos de Abd al-Aziz (siglo xi) se edificó una nueva muralla de la cual se conservan restos por toda Ciutat Vella. El noble castellano Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid Campeador) entró en Valencia, quedando la ciudad en manos de tropas cristianas entre los años 1094 y 1102 estableciendo un señorío independiente en Valencia.​ Tras la muerte del Cid, su esposa Jimena, convertida en señora de Valencia, consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III durante un tiempo. Pero en mayo de 1102, ante la imposibilidad de defender el principado, la familia y gente del Cid abandonaron Valencia con la ayuda de Alfonso VI, no sin antes desvalijar e incendiar la ciudad. Así, Valencia fue conquistada al día siguiente de nuevo por los almorávides, que restauraron el culto musulmán.

La decadencia del poder almorávide coincidió con el ascenso de una nueva dinastía norteafricana, los almohades, que se hicieron con el control de la península a partir del año 1145, aunque su entrada en Valencia se vio frenada por Ibn Mardanis, monarca de Valencia y Murcia, hasta el año 1171 momento en el que finalmente la ciudad cayó en manos de los norteafricanos.

En 1238, la ciudad fue conquistada por Jaime I con la ayuda de tropas de las órdenes militares. Tras la victoria cristiana, la población musulmana fue expulsada y la ciudad repartida entre aquellos que habían participado en la conquista, de lo que queda testimonio en el Llibre del Repartiment.​ Jaime I otorgó a la ciudad unas nuevas leyes, los Fueros de Valencia (els Furs), que años después hizo extensivas a todo el reino de Valencia. A partir de este momento, comenzó en la ciudad una nueva etapa histórica de la mano de una nueva sociedad y de una lengua, las cuales sentaron las bases del pueblo valenciano tal y como se conoce hoy en día.

Según los datos sobre la capitulación de la ciudad, el reino de Valencia tenía una población de 120 000 musulmanes, 65 000 cristianos y 2 000 judíos y gracias a la capitulación y los pactos que a ella llevaron, la población valenciana pudo mayoritariamente seguir en sus tierras.​ Así, según el historiador árabe Hussein Mones de la Universidad de El Cairo, estas fueron las palabras que el rey Zayan dijo a Jaime I en el momento que le entregó las llaves de la ciudad:

En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto a cristianos y judíos. Espero que sepáis gobernarlos para que continúen viviendo en la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí, durante mi reinado, salían procesiones de Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, ya que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen. Espero que vos concedáis el mismo trato a los musulmanes de Valencia.

La ciudad pasó por graves aprietos a mediados del siglo xiv. Por un lado, la peste negra de 1348 y las sucesivas epidemias de años siguientes, que diezmaron a la población, y por otro lado, se sucedieron una serie de guerras y revueltas, como la Guerra de la Unión, una revuelta ciudadana contra los excesos de la monarquía encabezada por Valencia como capital del reino,​ así como la Guerra con Castilla, que obligó a levantar a toda prisa una nueva muralla para contener, en dos ocasiones (en los años 1363 y 1364), el ataque castellano. En estos años la convivencia entre las tres comunidades que ocupaban la ciudad (cristiana, judía y musulmana) fue bastante conflictiva. Los judíos, instalados en torno a la calle de la Mar, habían progresado económica y socialmente, y su barrio fue ampliando progresivamente los límites a costa de las parroquias contiguas. Por su parte, los musulmanes que permanecieron en la ciudad tras la conquista fueron instalados en una morería junto al actual mercado de Mosen Sorell. En 1391 una turba descontrolada asaltó el barrio judío, lo que supuso la práctica desaparición de esta comunidad y la conversión forzosa de sus miembros al cristianismo. En 1456, de nuevo un tumulto popular asaltó también la morería, aunque sus consecuencias fueron de menor trascendencia.

El siglo xv fue una época de apogeo económico, cultural y artístico para la ciudad. A lo largo de este siglo se produjo también un crecimiento demográfico que hizo de Valencia la ciudad más poblada de la Corona de Aragón.​ La industria local (con los textiles a la cabeza) alcanzó un gran desarrollo, siendo la industria de la seda la que generó una importante actividad económica. En esta época también se creó la Taula de canvis, banca municipal de apoyo de las operaciones comerciales. A finales de siglo se erigió la Lonja de la Seda y de los Mercaderes. La ciudad se convirtió en un emporio comercial que atrajo a mercaderes de toda Europa.

Este auge económico se reflejó en el plano artístico y cultural. Se levantaron a lo largo de esta época algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, como las torres de Serranos (1392), la Lonja (1482), el Miguelete o la capilla de los Reyes del convento de Santo Domingo. En pintura y escultura las tendencias flamencas e italianas tuvieron influencia sobre algunos artistas como Lluís Dalmau, Gonçal Peris o Damian Forment. En literatura, al amparo de la corte de Alfonso el Magnánimo floreció la producción escrita, de la mano de autores como Ausias March, Roig de Corella o Isabel de Villena. Hacia 1460 Joanot Martorell escribió el Tirant lo Blanch, una innovadora novela de caballería que influyó en numerosos autores posteriores, desde Cervantes a Shakespeare. También en esta época, entre los años 1499 y 1502, se fundó la Universidad de Valencia bajo el nombre de Estudi General.


Edad Moderna

A raíz del descubrimiento de América, la economía europea se orientó hacia el Atlántico en detrimento del Mediterráneo. Pese a la unión dinástica con Castilla, la explotación del Mediterráneo quedó en manos de la antigua Corona de Aragón, es decir, valencianos, catalanes y mallorquines, mientras que la conquista y explotación de América era un asunto exclusivo de Castilla. Frente a esto, Valencia entró en una aguda crisis económica, que se manifestó pronto con la rebelión de las Germanías (1519–1522), una revuelta social en contra de la nobleza que había huido de la ciudad ante una epidemia de peste en 1519. Los caudillos de la insurrección fueron cruelmente reprimidos por parte de la virreina Germana de Foix, lo que supuso la aceleración de la centralización autoritaria de Carlos I.

La crisis se acentuó durante el siglo xvii con la expulsión de los moriscos y judíos en 1609, los cuales suponían casi un tercio de toda la población del reino. El poder de la nobleza, cada vez más preponderante, provocó la ruina del país y la bancarrota de la Taula de Canvis en 1613. Durante la llamada Sublevación de Cataluña (1640-1652), Valencia colaboró con la causa de Felipe IV con milicias y dinero, lo que provocó un período de penurias económicas acentuadas por la llegada de tropas provenientes de otras partes de España.

La decadencia de la ciudad tocó fondo con la Guerra de Sucesión Española (1702-1709) que significó el fin de la independencia política y jurídica del reino de Valencia. Después de la Batalla de Almansa (25 de abril de 1707), Felipe V dispuso la derogación de los Fueros valencianos como castigo al apoyo que el reino había prestado a Carlos de Austria. A partir de los Decretos de Nueva Planta rigió en Valencia el Fuero castellano. La capitalidad del reino de Valencia pasó a Orihuela, como un ultraje a la ciudad. Felipe V ordenó que se reuniera la Audiencia con el virrey cardenal Luis de Belluga, quien se opuso al cambio de capitalidad dada la cercanía de Orihuela como centro religioso, cultural y ahora político a Murcia (capital de su otro virreinato y de su diócesis). Así, habida cuenta su odio a la ciudad de Orihuela a la que bombardeó y saqueó sin cesar durante la Guerra de Sucesión, abandonó el virreinato de Valencia como protesta ante Felipe V que finalmente devolvió la capitalidad a Valencia.

Con la abolición de los Fueros valencianos y el acomodo del reino y de su capital a las leyes y costumbres de Castilla, los cargos del gobierno municipal dejaron de ser electivos, y pasaron a ser de designación directa del monarca, ocupados a menudo por aristócratas foráneos. Valencia se tuvo que acostumbrar a ser una ciudad ocupada, con presencia de tropas acuarteladas en la ciudadela, que se encontraba junto al convento de Santo Domingo, y en otros edificios, como la misma Lonja, que fue un cuartel hasta el año 1762.

 


Edad contemporánea

El siglo xix comenzó con España encadenando guerras con Francia, Portugal o Reino Unido. pero fue la Guerra de la Independencia la que más afectó a tierras valencianas y concretamente a la capital.

En la Guerra de la Independencia española contra el ejército de Napoleón —también conocida como Guerra del Francés— la Primera Batalla de Valencia ocurrió el 28 de junio de 1808. Todavía se pueden ver los cañonazos en las torres de Quart y Serranos. La ciudad cayó en manos de las tropas bajo el mando del mariscal Suchet el 8 de enero de 1812 tras un largo asedio. La ocupación se prolongó hasta el final de la guerra en 1814.​ Tras la capitulación, los franceses impulsaron algunas reformas en Valencia, que llegó a ser capital de España cuando José I trasladó aquí la Corte en el verano de 1812.

Con la retirada de los franceses, el general Elío organizó una revuelta militar en Valencia que sirvió para reponer en el trono a Fernando VII e iniciar el sexenio absolutista (1814-1820). En los años siguientes, como consecuencia de la legislación sostenida por la Constitución española de 1812 que ordenaba la formación de ayuntamientos en todas aquellas poblaciones que rebasaran el mínimo de vecinos estipulado por la ley, numerosas pedanías próximas al núcleo urbano de la ciudad de Valencia en situación legal confusa se constituyen en municipios, entre ellas Ruzafa y el Grao.

Entre los años 1850 y 1851 Vicente Rodríguez de la Encina y Falcó de Belaochaga fue alcalde de la ciudad, también ocupó la dirección de la Casa de Beneficencia municipal, y fue promotor del Banco de Valencia (fundado en 1900) y director de la Sociedad Valenciana de Aguas Potables (fundada en 1846).​ Durante el reinado de Isabel II se concedió el título de duque de Valencia al general Ramón María Narváez, aunque simplemente era un título nobiliario sin jurisdicción alguna.

En la década de 1840 se introdujo la iluminación de gas y poco después comenzó el empedrado de las calles, una labor que se alargó durante varios años por la falta de recursos del ayuntamiento. En 1850 se instaló la red de agua potable y en 1882 se introdujo la energía eléctrica en la ciudad. En estos años se consolidó el crecimiento de la ciudad y se derribaron gran parte de las antiguas murallas.

En 1860 el municipio contaba con 140 416 habitantes. En 1858 los arquitectos Sebastián Monleón Estellés, Antonino Sancho y Timoteo Calvo diseñaron el Proyecto General del Ensanche de la Ciudad de Valencia, que preveía el derribo de las murallas para permitir la expansión de la ciudad (se reprodujo una segunda versión en 1868). Ambos proyectos no obtuvieron la aprobación definitiva pero sirvieron como base para el crecimiento de la ciudad. A partir de 1866 se derribaron en su totalidad las antiguas murallas de la ciudad a fin de facilitar la expansión urbana de la misma.

Durante la Revolución cantonal de 1873, se articuló en el cantón federal de Valencia (proclamado el 19 de julio y disuelto el 7 de agosto), al que se adhirieron la mayoría de los municipios de las comarcas próximas. En 1894 se fundó el Círculo de Bellas Artes de Valencia.

Siglos XX y XXI

Durante el siglo xx Valencia se mantuvo como el tercer polo demográfico de España, ya que a lo largo del siglo triplicó su población, pasando de los 213 550 habitantes del año 1900 a los 739 014 del año 2000. Del mismo modo, durante el siglo xx Valencia también fue el tercer polo industrial y económico del país, gracias a hitos tan importantes como la creación del banco de Valencia en el año 1900, el desarrollo del ensanche de la ciudad, la construcción de los mercados Central y de Colón, y la construcción de la estación del Norte de ferrocarril, la cual se finalizó en el año 1921. Además de esto, la Valencia del nuevo siglo se dio a conocer con un gran evento, la exposición regional valenciana de 1909, que emulaba las exposiciones nacionales y universales, celebradas en otras ciudades del mundo. Este evento fue promovido por el ateneo mercantil de Valencia, especialmente por su presidente, Tomás Trénor y Palavicino, y contó con el apoyo del Gobierno y de la Corona, ya que fue inaugurado por Alfonso XIII.

El 6 de noviembre de 1936 Valencia se convirtió en la capital de la España republicana a manos de Francisco Largo Caballero, presidente del gobierno. El 17 de mayo de 1937 el gobierno pasó a manos de Negrín, y el 31 de octubre de ese mismo año se trasladó el gobierno a Barcelona.

El 13 de enero de 1937 se produjo desde un buque de la marina italiana fascista el primer bombardeo oficial sobre la ciudad de Valencia. Desde este día, los bombardeos se intensificaron y se sucedieron en varias ocasiones, llegando al final de la guerra a los 442 bombardeos sobre la ciudad. Estos bombardeos dejaron 2 831 heridos y 847 muertos, aunque se calcula que la cifra de víctimas mortales fue mayor, ya que los datos anteriores son los reconocidos por el gobierno de Franco.

A raíz de la gran riada de Valencia de 1957 se construyó un nuevo cauce para el río, en el extrarradio de la ciudad, por lo que el antiguo cauce pudo reconvertirse en una zona lúdica y ajardinada. A comienzos de los sesenta comenzó la recuperación económica, y Valencia vivió un espectacular crecimiento demográfico debido a la inmigración y la ejecución de importantes obras urbanísticas y de infraestructuras.

Con la llegada de la democracia, el antiguo reino de Valencia se instituyó en comunidad autónoma, la Comunidad Valenciana, y estableció en su Estatuto de Autonomía que la capital fuera Valencia. Pese a esto, la noche del 23 de febrero de 1981 hubo una tentativa golpista, que en Valencia encabezó Jaime Milans del Bosch, la cual fracasó. La democracia propició la recuperación de la lengua y la cultura valenciana, aunque no se pudo evitar cierta crispación social en torno a los símbolos (conocido como la Batalla de Valencia).

Durante los primeros 25 años de democracia, Valencia ha sufrido un gran desarrollo, principalmente por obras tan emblemáticas como el Palacio de la Música, el Palacio de Congresos, el metro, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de Santiago Calatrava y Félix Candela,​ el MuVIM, el IVAM, etc. Gracias a estas obras, así como a la progresiva rehabilitación de la Ciutat Vella, cada día la ciudad atrae más y más turismo.


 

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