España tiene una economía mixta capitalista, la decimocuarta potencia económica mundial por PIB nominal según el FMI en 2021, aunque en la década de 1990 llegó a ser la séptima según este indicador. Es un país desarrollado de altos ingresos, con un PIB per cápita nominal superior a los 31 000 USD —unos 41 000 USD en PPA—, un nivel sensiblemente menor a la media de la UE y de los principales países de Europa Occidental. El sector servicios aporta la mayor parte del PIB anual, mientras que la Comunidad de Madrid se sitúa como la comunidad más rica y con más renta por habitante del país, seguida de Cataluña en producción global y País Vasco en renta por habitante. España cuenta con una alta calidad de vida, excelentes infraestructuras y un vasto estado del bienestar, desarrollado desde la década de 1980. El Estado interviene en la economía a través de regulaciones y políticas de bienestar social; los ingresos y gastos públicos han venido situándose en alrededor del 40 % del PIB –ingresos equivalentes al 39 % y gastos del 42 % del PIB en 2019–, por debajo de la media de la Unión Europea.
La economía española es una de las más abiertas de la eurozona y con más internacionalización en sus productos financieros, servicios, etc. El avance de sus exportaciones, unido al enorme superávit que obtiene de sus servicios exteriores –gracias a ser uno de los países más visitados del mundo– le otorgan una balanza de pagos positiva con el resto del mundo. Sus empresas destacan a nivel internacional en algunos campos como la energía renovable, textil, tecnología o la construcción. Más del 80 % de los trabajadores españoles son asalariados –y de estos, uno de cada cinco están empleados por el Estado–, mientras el 20 % restante son trabajadores autónomos o propietarios de empresas —en su gran mayoría PYMEs—. Los mayores sueldos se dan en el sector industrial, mientras que las cooperativas empresariales tienen especial implantación en el norte del país. Por otro lado, los bajos resultados de su sistema educativo, su economía sumergida y sus elevadísimos niveles de desempleo a lo largo de varias décadas son algunos de los problemas perennes de la economía española.
Los comienzos de la industrialización en España en el siglo XIX arrojaron resultados escasos y tardíos, y tan solo algunos polos en Cataluña y País Vasco lograron una industrialización plena. Una serie de planes de desarrollo, que se iniciaron en 1959, ayudaron a expandir la economía y acercarla a los niveles europeos, hasta convertirse en el segundo país con mayor tasa de crecimiento en el mundo en la década de 1960, fenómeno conocido como «milagro económico español». Sin embargo, desde 1974 comenzó un periodo de recesión económica a causa de la crisis del petróleo, y un aumento de las importaciones con la llegada de la democracia y la apertura de fronteras. Al desarrollo de las industrias del acero, astilleros, textiles y mineras, le siguió la terciarización de la economía desde la década de 1980. Este proceso, conocido en España como reconversión industrial, supuso el desmantelamiento de buena parte de la industria pesada y la pérdida constante de peso del sector secundario en la economía, paralelo al ascenso del sector servicios. El periodo de fuerte crecimiento económico registrado entre 1994 y 2008, creó una serie de desequilibrios internos que, junto a la Gran Recesión de 2008, generó una crisis económica en España de consecuencias especialmente graves y duraderas que se dejarían sentir a lo largo de buena parte de la década de 2010. Se alcanzaron los mayores índices de desempleo registrados en la historia del país y la fuerte caída de la actividad repercutió negativamente en las cuentas del Estado, su endeudamiento y el nivel de vida de la población en general, que generaron una gran crisis social, política y territorial, además de una alta conflictividad laboral y mayores tasas de pobreza y desigualdad.
Sector primario
La agricultura fue hasta la década de 1960 el soporte principal de la economía española, pero actualmente emplea aproximadamente solo el 4 % de la población activa y genera alrededor del 3 % del PIB. Los principales cultivos son trigo, cebada, remolacha azucarera (betabel), maíz, patatas (papas), centeno, avena, arroz, tomates y cebolla. El país tiene también extensos viñedos y huertos de cítricos y olivos. España es el primer productor mundial de vino, cava y aceite de oliva. En el caso del aceite de oliva, España acapara más de la mitad de toda la producción mundial y las exportaciones de este producto, que se produce especialmente en la provincia andaluza de Jaén.
Las condiciones climáticas y topográficas hacen que la agricultura de secano sea obligatoria en una gran parte de España. Las provincias del litoral mediterráneo tienen sistemas de regadío desde hace tiempo, y este cinturón costero que anteriormente era árido se ha convertido en una de las áreas más productivas de España, donde es frecuente encontrar cultivos bajo plástico. Como resultado, una región semidesértica como Almería ha logrado erigirse en «huerta de Europa», al producir durante todo el año y tener un gran músculo exportador. En el valle del Ebro se pueden encontrar proyectos combinados de regadío e hidroeléctricos. Grandes zonas de Extremadura están irrigadas con aguas procedentes del Guadiana por medio de sistemas de riego que han sido instalados gracias a proyectos gubernamentales (Plan Badajoz y regadíos de Coria, entre otros). Las explotaciones de regadío de pequeño tamaño están más extendidas por las zonas de clima húmedo y por la huerta de Murcia y la huerta de Valencia.
Respecto a la ganadería, la ovina, la porcina y el vacuno tienen una importante trascendencia económica. España destaca por una de sus razas de cerdo, el cerdo ibérico, que constituye uno de los emblemas de la gastronomía española por sus productos: los embutidos ibéricos, con el jamón ibérico de bellota a la cabeza. El corcho es el principal recurso forestal de España. La producción de pulpa de papel y madera de los bosques españoles es insuficiente para cubrir las necesidades del país. La industria pesquera es menos importante hoy para la economía española que en tiempos pasados, a pesar de que ocupa los primeros puestos entre los países europeos tanto por el volumen de su flota como el de las capturas. Desde hace unas décadas la acuicultura (marina y continental) ha tenido un gran desarrollo, destacando la cría de dorada, lubina, mejillón, truchas, rodaballo y salmón.
La minería española tiene una producción escasa, centrada en la extracción de minerales metálicos, industriales y productos de cantera, seguido de rocas ornamentales y minerales energéticos —estos últimos muy escasos en el país—. Desde 1996 ha estado marcada por la reducción progresiva y obligada en la extracción de carbones, un cierto estancamiento en la minería metálica y el crecimiento constante de los minerales y rocas industriales —celestina, sulfato sódico, sepiolita, fluorita, yeso, feldespato, pizarra, mármol o granito— cada vez con mayor peso en el sector minero. Las principales minas de carbón, ya clausuradas, están en la provincia de Asturias, en el norte de la provincia de León y en la provincia de Teruel; los principales depósitos de mineral de hierro se encuentran alrededor de Santander y Bilbao; Almadén, en la provincia de Ciudad Real fue muy productiva en la extracción de mercurio. Por volumen de producción, Andalucía acapara casi el 40 % de la producción nacional —gracias fundamentalmente a su alta producción de minerales metálicos—, seguida a gran distancia por Cataluña, Castilla y León y Galicia.
Industria de España
En España se producen, entre otros, textiles, hierro y acero, vehículos de motor, aeronaves y sus componentes, productos químicos, confección, calzado, barcos, refino de petróleo y cemento, destacando por su valor los sectores industriales de la alimentación, bebidas y del material de transporte, entre los que cabe destacar el sector del automóvil y el sector industrial aeronáutico. Históricamente los polos industriales por excelencia del país se han situado en Cataluña y el País Vasco y aún Cataluña continúa siendo el principal eje industrial en cuanto a producción (23,5 % del total nacional en 2019), seguida de Madrid, Comunidad Valenciana y País Vasco. El sector secundario representó el 20,5 % del PIB español en 2020, al representar el sector industrial algo más del 14 % del PIB y la construcción un 6 %. Como en la mayoría de naciones industrializadas, el peso del sector secundario ha tendido a reducirse en las últimas décadas —27,9 % del PIB en 2000—.
El sector del automóvil es la industria de mayor importancia del país, al representar por sí solo el 10 % del PIB nacional y el 18 % de las exportaciones (2019). España fue el segundo mayor productor de vehículos de Europa y el noveno del mundo en 2019, con más de 2,8 millones de vehículos fabricados, más del 80 % destinados a la exportación. La presencia de fábricas de empresas automovilísticas extranjeras —francesas, alemanas y estadounidenses— explica este gran volumen de producción, pues España carece de un productor nacional de importancia desde la privatización y venta de Seat al grupo Volkswagen, aunque las compañías mantienen la españolidad de algunas marcas de vehículos fabricados en el país —algunos en exclusiva mundial— como la propia Seat o Cupra. España ha tenido un importante peso en la modernización del ferrocarril y sobre todo los trenes modernos, siendo Talgo su principal actor, al crear su tren articulado, precursor de toda la industria posterior, que basa su desarrollo en su original solución. España mantiene aún una notable industria ferroviaria, centrada en la alta velocidad y acompañada por otras empresas del sector de vagones, metros y tranvías, como CAF. El sector aeroespacial y de la defensa también tiene un carácter relevante, al representar el 1,7 % del PIB (2020) y tener una capacidad de fabricación integral a través de compañías líderes como Airbus y otras empresas nacionales.
La industria siderúrgica, antes de su reconversión de la década de 1990, estuvo concentrada en Bilbao, Santander, Avilés y parte de Zaragoza, teniendo un gran peso para el país. La reconversión siderúrgica en el País Vasco –especialmente dura, pues pasó de emplear a casi la mitad de toda la población activa a ser un sector residual– se produjo de manera inteligente, al invertir gran parte de los fondos recibidos en I+D y generar un modelo de hiperespecialización industrial, inspirado en el modelo de las mittelstand alemanas. En Zaragoza, su especialización metalúrgica, además de su posición geográfica, favoreció la llegada de la industria automovilística con Opel. Destaca también el Valle de Escombreras, en Cartagena, uno de los polos energéticos más importantes del país y que recibió la mayor inversión en industria de la historia de España, o el polo químico de Huelva.
En el sector industrial de la moda que engloba al textil y calzado, destaca por producción el grupo Inditex, líder mundial textil e ideólogo de la moda accesible y de temporada. Mención especial merecen los ya fallecidos maestros diseñadores Balenciaga y Manuel Pertegaz, entre otros. Es junto con Estados Unidos pionero en el incipiente sector de la gamificación, que es el arte de convertir en juegos problemas, de la empresa o la educación. Posee también una combativa industria del videojuego con varias empresas con éxitos de títulos y colaboraciones con grandes estudios.
Ciencia y tecnología en España
España está bien equipada en términos de una red de Infraestructura Científico y Técnica Singular (ICTS), habiendo proliferado en los últimos años los parques tecnológicos en las principales áreas industriales, así como en torno a las universidades y centros de investigación y desarrollo (I+D). Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el gasto en investigación se cifró, en 2019, en 15 572 millones de euros, lo que supone el 1,25 % del producto interior bruto. La inversiones en I+D en España han sido sustancialmente menores que la media de países de Europa Occidental (2,2 % en 2019), tanto por parte del sector público como de las universidades, aunque la principal razón es la baja inversión de la empresa privada, con un gasto relativo de menos de la mitad de la media de la zona euro. El CSIC es la principal organización de investigación del país.
Sector servicios
El sector servicios es el sector dominante en la economía española: emplea a la mayor parte de los trabajadores del país y significó el 68 % del PIB en 2019.
La unidad monetaria es el euro, desde el 1 de enero de 1999, el euro se vinculó al valor de la peseta, con un cambio fijo de 166,386 pesetas por euro; el 1 de enero de 2002, se introdujeron los billetes y monedas de euro, y el 28 de febrero del mismo año, la peseta dejó de circular. El país cuenta con un potente sistema bancario, con gran número de bancos comerciales y cajas de ahorros. Dos bancos españoles se sitúan entre los cuarenta primeros del mundo por capitalización bursátil: el Grupo Santander (12.º) y el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (34.º). Además, estos dos bancos se encuentras entre los cincuenta primeros del mundo por activos, 22.º y 46.º, respectivamente. Las principales bolsas se encuentran en Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia.
Turismo
El turismo es uno de los pilares de la economía española, al constituirse en el sector económico que más riqueza aporta al conjunto de la economía nacional y la mayor fuente de entrada de divisas desde el exterior. Su ubicación geográfica, sus costas bañadas por distintos mares y océanos, sus diversos climas y paisajes y su acervo cultural, han hecho del país uno de los principales destinos internacionales del mundo. La extraordinaria variedad de servicios e infraestructura de su industria turística ha situado a España en varias ocasiones como el país más competitivo del mundo en este sector. La Organización Mundial del Turismo tiene su sede en Madrid.
España es desde la década de 1960 uno de los países más visitados del mundo y la cantidad de turistas no ha parado de crecer en el último medio siglo –los visitantes se duplicaron entre 1998 y 2018–. En 2019, España fue el segundo país más visitado del mundo, con más de 83 millones de turistas, casi la mitad de los cuales procedieron de Reino Unido —18 millones de turistas en 2019—, Alemania y Francia. Cataluña es con diferencia la región más visitada, con cerca de 19 millones de turistas en 2019, seguida de las Islas Baleares y Canarias (13 millones cada una), que junto a Andalucía (12 millones) y la Comunidad Valenciana (9 millones) forman el grupo de comunidades más populares entre los turistas internacionales.
El sector turístico aportó a la riqueza nacional lo equivalente al 12,4 % del PIB y generó más de un millón de empleos directos en 2019.218219 El turismo internacional supone para España una fuente de entrada masiva de divisas, que sumaron 79 700 millones de dólares en 2019, el segundo monto más importante del mundo, solo superado por Estados Unidos. Descontado el gasto de los turistas españoles en el extranjero, el país obtuvo un saldo positivo de 52 000 millones de dólares en 2019 según la OMT, el segundo mayor del mundo.
Comercio exterior
Principales exportaciones | Principales importaciones | ||
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Producto | Porcentaje | Producto | Porcentaje |
Bienes de equipo | 20,4 % | Bienes de equipo | 21,3 % |
Alimentación y bebidas | 16,8 % | Productos químicos | 15,8 % |
Sector automóvil | 15,2 % | Productos energéticos | 13,8 % |
Productos químicos | 14,5 % | Sector automóvil | 12,5 % |
Otros | 33,1 % | Otros | 36,6 % |
España exportó bienes por valor de 261 175 millones de euros e importó bienes por una cantidad equivalente a 274 597 millones de euros en 2020. Estas cifras, en un año marcado por la pandemia mundial de coronavirus, contrastan con los 290 892 millones de euros exportados y 322 436 millones de euros en mercancías importadas en 2019. En cualquier caso, el saldo comercial fue negativo, al presentar un déficit de 13 422 millones de euros, el más bajo de la década, y una tasa de cobertura del 95,1 %. Las exportaciones españolas han seguido una senda ascendente continua en las últimas décadas, mientras las importaciones, tras un periodo de crecimiento sostenido se estabilizaron en la década de 2010 —el máximo histórico anual fue en 2008—; España ha tenido déficit comercial todos los años desde que comenzó la serie histórica del Banco Mundial en 1975. Muy diferente es la exportación e importación de servicios, con un superávit alto y permanente durante décadas, lo que da como resultado que la exportación total de bienes y servicios es superior al valor de las importaciones.
Las principales exportaciones españolas corresponden a bienes de equipo —que incluye a los automóviles ensamblados—, alimentación, bebidas y tabaco y el sector del automóvil. Los principales productos importados son bienes de equipo, productos químicos y productos energéticos. Por línea de productos, los principales superávits comerciales se dieron en alimentación, bebidas y tabaco (17 336 millones de euros) y el sector del automóvil (8119 millones) en 2020. Por el contrario, los principales saldos negativos y responsables del déficit comercial son los productos energéticos (–14 524 millones de euros), pues solo la importación de petróleo supuso un gasto de más de 20 000 millones en 2020 y 35 000 millones en 2019 y bienes de equipo (–10 443 millones). En cuanto al nivel tecnológico de las exportaciones, el 53 % correspondió a exportaciones de tecnología alta y medio-alta, un 20,3 % a tecnología media-baja y un 26,7 % baja.
Las exportaciones españolas tuvieron en su mayoría como destino a otros países europeos (un 73 % del total) en 2020, siendo sus principales socios Francia (16,1 %), Alemania (11,3 %), Italia (7,8 %), Portugal (7,6 %) y Reino Unido (6,5 %). La procedencia de las importaciones tuvieron una mayor diversificación y el peso de Europa se limitó a un 61,1% en 2020. Los principales países proveedores fueron ese mismo año Alemania (12,4 %), China (10,7 %), Francia (10,4 %), Italia (6,5 %) y Estados Unidos (5,1 %).
Balanza de pagos
según el Banco Mundial |
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Año | % del PIB | |
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España registró una balanza de pagos positiva de 28 900 millones de euros en 2019 según el Banco de España y el INE, equivalente al 2,1 % de su PIB o 29 600 millones de dólares según el Banco Mundial.224226 Este saldo positivo en cuenta corriente se mantuvo en el 2020, aunque se vio seriamente afectado por la fuerte recesión económica producto de la epidemia mundial de Covid-19, reduciéndose a un monto de 8660 millones de dólares o el 0,67 % del PIB, según el Banco Mundial.
El país tuvo un constante déficit con el exterior entre 1987 y 2011, hasta el punto de que en 2008 fue uno de los países con mayor déficit exterior del mundo —145 700 millones de dólares o el 8,9% del PIB, según el BM—. Sin embargo, en pocos años el país logró reducir progresivamente el déficit con el resto del mundo, hasta que en 2012 la balanza de pagos registró superávit. Desde ese año, el saldo con el resto del mundo ha sido positivo de forma ininterrumpida e incluso España ha logrado situarse como uno de los países con mayor superávit del mundo en sus transacciones con el exterior.
La composición en el saldo de las balanza de pagos ha seguido una tónica semejante a lo largo de las últimas décadas: el comercio de bienes ha sido históricamente deficitario, al igual que el balance de rentas primarias y secundarias, mientras que gracias al fuerte superávit de los servicios (superior al 5% del PIB entre 2013 y 2019), el saldo exterior ha podido equilibrarse en años de déficit o arrojar un saldo netamente positivo en años de superávit. En términos nominales, los ingresos por cuenta corriente y capital sumaron 515 600 millones de euros, frente a unos pagos de 486 700 millones de euros en 2019. La principal fuente de divisas exteriores de la economía española y motivo principal de los superávits obtenidos en los últimos años es el turismo internacional. El turismo y los viajes representaron por sí solos el 50,7 % de los ingresos por servicios al exterior en 2019 y tuvieron un saldo positivo de 46 280 millones de euros ese mismo año, suficiente para cubrir el déficit de todos los demás indicadores y hacer que España tuviese superávit exterior.
Energía
El sector energético en España supone aproximadamente un 3 % del Producto Interior Bruto del país, pero su importancia va más allá de su participación en la producción total, al constituir un sector de carácter estratégico del que dependen todas las ramas de la actividad económica, siendo la energía necesaria para la producción de bienes y servicios. Uno de los elementos más destacados del sector energético en España, en los dos últimos siglos, ha sido la escasez y pobreza de los recursos energéticos existentes en el territorio nacional. Esta escasez ha condenado tradicionalmente al sistema energético nacional a una situación de déficit y dependencia exterior. El grado de autoabastecimiento exterior se cifraba en 2008 en un 25 %, cifra que se ha mantenido invariable en la década siguiente, con un 26,6% en 2018, cifra muy por debajo de la media de la UE, lo que redunda en el déficit comercial del país. Respecto a la distribución eléctrica, toda la red de alta tensión —que supera los 44 000 kilómetros de extensión— está gestionada por Red Eléctrica Española, empresa privada pero con el Estado español como accionista de referencia. La red eléctrica también posee interconexiones internacionales con las redes de los países vecinos, especialmente con Francia y Portugal, y en menor medida con Marruecos. Para completar su infraestructura energética, España tiene un entramado de varios miles de kilómetros de oleoductos —que conectan con refinerías en territorio nacional— y gasoductos, a través de los que recibe el gas procedente de sus socios magrebíes, especialmente Argelia.
Contaba con una potencia instalada de 110.839 MW en 2020. La demanda energética en España creció notablemente desde finales del siglo XX hasta la primera década del siglo XXI, seguido de un periodo de estabilización. La energía nuclear fue la primera fuente de generación de energía eléctrica en España en 2020, mientras que a muy poca distancia se situó la energía eólica. Paralelo al aumento de las fuentes renovables, se ha producido un fuerte retroceso de algunas fuentes fósiles, especialmente del carbón, que apenas aportó un 2 % de la producción en 2020, cuando todavía proporcionaba un 20 % en 2015. De igual modo se espera un abandono progresivo de la energía nuclear a medida que las centrales lleguen al final de su vida útil. La potencia instalada para la generación eléctrica presenta notables divergencias respecto a la producción bruta y una evolución constante. La energía eólica se situó como la mayor fuente de generación por potencia instalada con 27.485 MW en 2020, seguido del ciclo combinado (26.250 MW) y la energía hidráulica (17.097 MW).
Las condiciones geográficas y climáticas características de España, han permitido al país situarse como uno de los líderes europeos y globales en el uso de energías renovables. La generación de electricidad procedente de fuentes renovables ha ido aumentando constantemente en las últimas décadas, hasta situarse en un 45,5 % en 2020, cuando una década antes se había situado en el 32,5 % (2011). España era el octavo país del mundo en potencia instalada de fuentes renovables en 2020 y se espera que su peso en la producción nacional tienda a aumentar en las próximas décadas. La energía eólica ya se sitúa como la fuente de generación eléctrica con mayor potencia instalada —y la quinta mayor del mundo— y la segunda en producción (2020). La energía solar fotovoltaica, tras un crecimiento escaso en la última década, consiguió duplicar su potencia instalada en apenas dos años (2018-2020) hasta situar a España como el undécimo país con mayor capacidad instalada en 2020.
Transportes
España goza de una infraestructura de transporte moderna y altamente desarrollada, fruto de un extraordinario esfuerzo inversor desde mediados de la década de 1980 que tenía el doble objetivo de integrar las diferentes regiones del país y equipararse con los principales países europeos, históricamente con una mejor dotación en un sistema de infraestructura de gran importancia económica.243244nota 9 Entre 1995 y 2017, el país invirtió en esta materia una media del 1,42 % de su PIB anual, un 40 % más que Francia y el doble que Alemania, gasto destinado en su mayor parte a carreteras y ferrocarril, y en menor medida a aeropuertos y puertos. Este destacado esfuerzo tuvo su apogeo en el período 2001-2010, cuando se invirtieron más de 174 000 millones de euros en infraestructura de transporte, colocando a España en el primer lugar de las principales economías europeas tanto en inversión por habitante como en proporción a su riqueza.
España cuenta con 51 aeropuertos situados en las distintas regiones, de los que 46 están considerados como «aeropuertos de interés general» —denominación que incluye a los más importantes—. Los aeropuertos de interés general —y dos helipuertos— son gestionados por la empresa pública AENA, el mayor operador aeroportuario del mundo por número de pasajeros.
Por los aeropuertos de AENA, donde operan más de 200 aerolíneas, pasaron más de 275 millones de viajeros en 2019, una cifra que ha crecido significativamente desde comienzos de siglo, al igual que las operaciones de carga de mercancía. De la red de aeropuertos principales destacan el aeropuerto de Madrid-Barajas y el aeropuerto de Barcelona-El Prat, que con sus más de 61 millones y 52 millones de viajeros, respectivamente, absorbieron más del 40 % del tráfico de pasajeros y cerca del 70 % del tráfico de mercancías de la red de aeropuertos de AENA en 2019. Madrid-Barajas es uno de los hub europeos más destacados, al ser un importante centro de conexión aeroportuario entre las diferentes regiones de España y Europa, además de aspirar a su consolidación como intermediario en el puente aéreo entre Europa y América Latina. Madrid-Barajas es también la principal base de operaciones de Iberia, integrante de IAG e histórica aerolínea de bandera española. El aeropuerto de El Prat por su parte también ha procurado, mediante sucesivas ampliaciones, erigirse en un hub de relevancia transcontinental similar a Madrid-Barajas. En la red de aeropuertos tienen gran peso los llamados «aeropuertos turísticos»: los aeropuertos de Palma de Mallorca y Málaga se situaron como el tercero y cuarto más concurridos, con 29 y 19 millones de pasajeros, respectivamente, mientras que por los ocho aeropuertos de Canarias pasaron en conjunto más de 45 millones de pasajeros en 2019. En operaciones de carga y descarga de mercancías destaca el aeropuerto de Zaragoza, segundo del país en tonelaje —frente a su 28.ª posición en tráfico de pasajeros— solo superado por Madrid (2019).
Los ferrocarriles españoles se caracterizan por la heterogeneidad en la anchura de sus vías. La red ferroviaria española está en su mayoría construida en ancho ibérico, mientras que las modernas líneas de alta velocidad incorporan el ancho internacional (FGC) y existen algunas líneas de ancho métrico (FEVE). El sistema ferroviario español es fundamentalmente radial con centro en Madrid. La ciudad de Barcelona permite conectar España con París, Zúrich y Milán entre otras ciudades europeas. La infraestructura ferroviaria es en su conjunto propiedad estatal y está gestionada por la empresa pública ADIF, mientras que la también estatal Renfe opera en régimen de monopolio el servicio de pasajeros de todas las líneas de ancho ibérico, incluidos los «núcleos de cercanías», responsables por sí solos de más del 90 % de los viajes en tren de España. El material rodante es fabricado en muchas ocasiones por empresas nacionales de relevancia internacional como Talgo y CAF.
La alta velocidad ferroviaria española, con más de 3000 kilómetros de vías y las fuertes inversiones realizadas, que acumulaban más de 61 000 millones de euros en 2020, la convierten en la segunda más extensa del mundo, solo superada por China —aunque es la primera del mundo en densidad de kilómetros por habitante—. Su construcción se ha caracterizado por sus sobrecostes y su endémica infrautilización —es la menos utilizada de los países con redes integrales similares, como Japón o China— además de las dificultades para su construcción debido a la orografía española, muy montañosa. Por otro lado, la red de alta velocidad española ha tenido unos costes de construcción muy inferiores al coste promedio tanto europeo como internacional, su velocidad máxima operativa se sitúa en 350 km/h —la velocidad comercial está fijada en 310 km/h— y su rentabilidad global es positiva. La red de alta velocidad española se encuentra abierta a la competencia pública y privada desde la liberalización ferroviaria europea de 2020; la primera empresa que comenzó a operar en este segmento junto a Renfe —y su servicio de AVE— fue el conglomerado estatal francés SNCF.
La red de metro está disponible en diez de las principales ciudades españolas y en el caso de las grandes áreas metropolitanas, también en sus núcleos urbanos adyacentes. Los principales metropolitanos españoles son el de Barcelona, que consta de doce líneas con una longitud de 166 kilómetros y 411 millones de viajeros en 2019 y el metro de Madrid, que con 293 kilómetros de longitud y 677 millones de viajeros en 2019 es el tercer suburbano más extenso de Europa y uno de los mayores del mundo. En algunas ciudades existen también redes de tranvía.
La red de carreteras española está formada más de medio millón de kilómetros pavimentados y de carácter interurbano. Esta red comprende autopistas de peaje, autopistas libres, autovías, carreteras de doble calzada y carreteras convencionales. En esta cifra no están incluidas las carreteras y calles urbanas, ni las carreteras o caminos agrícolas o forestales. Gracias a las fuertes inversiones de las últimas décadas, España es el país con más kilómetros de vías de alta capacidad —autopistas y autovías— de toda Europa y el tercero del mundo. Su dotación de kilómetros de autopistas y autovías, que forman parte de la Red de Carreteras del Estado y son en su mayoría gratuitas, duplica la media por habitante de la Unión Europea. La red de autopistas y autovías se extiende a lo largo de más de 15 500 kilómetros, más del doble que Italia, superior a los 13 000 km de Alemania —país mucho más poblado— y los más de 11 000 de Francia —sensiblemente más extenso y poblado—.
Asimismo, España goza de numerosas comunicaciones marítimas con más de 53 puertos internacionales en las costas atlántica y mediterránea. Cabe destacar el puerto de Algeciras, el único de España considerado de primer orden mundial por su elevado movimiento de viajeros y mercancías, el puerto de Valencia —junto a Algeciras, uno de los principales puertos de Europa—, así como el puerto de Vigo, siendo también uno de los más activos en cuanto a tráfico de mercancías, capturas vivas de pescado y congelados. El puerto de Sevilla es el único de carácter netamente fluvial que existe en el país, pues aunque la ciudad está en el interior, tiene salida al mar a través del río Guadalquivir. El vecino puerto de Cádiz es un punto estratégico para el embarque de mercancías hacia el archipiélago atlántico de Canarias. El puerto de Barcelona es líder del Mediterráneo en tráfico de cruceros, y el segundo a nivel mundial.
Vivienda
España tenía un parque de 25,7 millones de viviendas a finales del año 2018, según datos del Gobierno de España, de las cuales aproximadamente el 77 % se utilizan como residencia habitual, mientras las restantes se emplean como segunda residencia (12 %) y para su alquiler a terceros (9 %). Un 2 % de las viviendas del país en manos de particulares no tienen ningún uso.
El número de viviendas disponibles aumentó en más de cinco millones en el periodo 2000-2020, aunque ese aumento de la oferta —superior al crecimiento de la población- vino acompañado de un fuerte aumento de los precios de la vivienda —especialmente pronunciado hasta 2008—que en menor medida continuó en la segunda mitad de la década de 2010. A principios de 2021, el precio medio de la vivienda a nivel nacional era de 1625 €/m². El precio, sin embargo, varía ostensiblemente en función de las comunidades autónomas y las capitales de provincia, encontrándose la de mayor valor en Cataluña (3934 €/m² en 2020), en contraposición a los precios de Extremadura (1198 €/m² en 2020).
España se caracteriza por una alta tasa de propiedad, superior a la de muchos otros países desarrollados ya que el 76,1 % de los hogares tenía vivienda en propiedad en 2018 según el INE. Por otro lado, aproximadamente el 17,5 % de sus habitantes vive en régimen de alquiler, una solución habitacional en ascenso en las dos últimas décadas, mientras que casi uno de cada cinco propietarios posee dos o más viviendas. Paralelo al aumento del alquiler, la proporción de viviendas en propiedad también ha descendido en las últimas dos décadas —en 2001 hasta el 84,5% de los hogares tenía vivienda en propiedad—, aunque en el último medio siglo la tendencia a ser propietario ha seguido una marcada tendencia alcista —en 1970 las viviendas en propiedad representaban el 63,4 %, mientras que un 30,1 % de habitantes vivía en régimen de alquiler y el 6,5 % por cesión u otras formas.
Telecomunicaciones
España posee una buena red de telecomunicaciones y es uno de los mercados más grandes de Europa en este segmento; a la extensa red de cable de fibra óptica convencional hay que añadir una de las mayores redes de cable submarino y conexión vía satélite con los cinco continentes.
El operador mayoritario en telefonía y acceso a Internet es la multinacional de origen español Telefónica, con sede en Madrid, que opera tanto en telefonía fija como móvil, y procede del antiguo monopolio estatal de la telefonía. Sin embargo, el mercado de telecomunicaciones está abierto a la competencia en todos sus sectores desde la ruptura del monopolio, en 1994 para la telefonía móvil con la aparición de Airtel (actualmente, Vodafone) y en 1998 en fija con la salida al mercado de Retevisión (actualmente, Vodafone). En telefonía móvil, existen cuatro operadores con red propia —Movistar, Orange, Vodafone y Yoigo— y un número considerable de operadores móviles virtuales que se reparten un mercado en el que, desde 2006, hay oficialmente más líneas que habitantes. España es uno de los países de la Unión Europea con mayor extensión y calidad de cobertura; según un estudio del Ministerio de Industria de 2006, el 98 % del territorio español contaba ya por entonces con cobertura GSM, por delante de países como Francia, Italia o Alemania. Tras conseguir una cobertura de 4G superior al 85 % de su población en tres años, España se encuentra en pleno despliegue de las redes 5G desde 2019.
En telefonía fija y acceso a Internet, en la actualidad existe un mercado de acceso por cable organizado por demarcaciones en la mayor parte de las cuales operan las principales empresas del sector, además de algunas empresas de ámbito regional en sus respectivas demarcaciones. Además, el operador dominante (Telefónica) está obligado a permitir a terceras empresas la prestación de servicios en su red mediante el alquiler de los pares de cobre de su propiedad y de espacio en sus centrales. Es líder europeo en despliegue de fibra óptica y el objetivo gubernamental pasa por dotar de redes de alta velocidad al 100 % de la población; España poseía una red de fibra óptica más grande que las de Reino Unido, Francia, Italia y Alemania juntas en 2020.
Medios de comunicación
El país posee una combinación de medios de comunicación privados —mayoritarios— y estatales que proporcionan, a través de la radio y la televisión, cientos de canales internacionales, nacionales, regionales o locales, también disponibles por vía satélite o cable.
De acuerdo al Estudio General de Medios, realizado entre abril de 2015 y marzo de 2016 por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación, la televisión es el principal medio de comunicación del país. Los tres principales operadores de televisión del país son la sociedad mercantil estatal Radio Televisión Española y los operadores privados Atresmedia Corporación y Mediaset España. Las principales cadenas generalistas en términos de audiencia en España son La 1, Antena 3, Cuatro, Telecinco y La Sexta. Todas ellas que acaparan algo más del 50 % de cuota de pantalla. La lista se completa con el conjunto de cadenas digitales y canales públicos autonómicos agrupados en la FORTA. Tras efectuarse en 2010 el llamado «apagón analógico», el único sistema de transmisión de la señal es digital. A este respecto, existen tanto canales digitales de libre acceso como plataformas digitales de pago.
Los principales periódicos de pago no deportivos del país por lectores son El País y El Mundo, a los que se suman La Vanguardia, La Voz de Galicia, El Periódico y ABC, además del gratuito 20 minutos. En la prensa deportiva, destacan Marca, As, El Mundo Deportivo y Sport.
En cuanto a la radio, las emisoras principales del país son Cadena SER, COPE, Onda Cero y Radio Nacional de España.
Por lo que se refiere al tercer sector de la comunicación —medios de comunicación sin ánimo de lucro, principalmente locales, y dedicados a dar un servicio a su comunidad— muchos de ellos están agrupados en la Red de Medios Comunitarios, con sede en Cuac FM (La Coruña).