Economía de Barcelona


Economía de Barcelona


Estructura productiva de Barcelona

Históricamente la economía de Barcelona se ha basado en el comercio, que gracias a su enclave geográfico estratégico le ha permitido siempre una intensa actividad comercial con Francia y el resto de España, además de con todos los territorios del Mediterráneo, especialmente a través de su puerto. Esta actividad fue el principal motor de la ciudad hasta la revolución industrial. Es poco conocido que este fue uno de los primeros territorios en iniciar la industrialización en la Europa continental, a partir de la industria textil desde mediados de 1780, pero en realidad cobrando impulso a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en un importante centro para la producción de textiles y maquinaria.

Desde entonces, la fabricación ha jugado un papel importante en su historia especialmente en el sector textil en un primer período, con un gran parón debido a la gran crisis y destrucción que produjo la guerra civil, y a la autarquía impuesta luego por el franquismo. Pero cuando el régimen empezó a abrirse a los mercados europeos, se recuperó con fuerza la industria automovilística, editorial, química, farmacéutica, logística y electrónica, hasta convertir la provincia de Barcelona en la principal zona industrial del país. Pero el crecimiento y prosperidad de la ciudad de Barcelona fue expulsando las zonas industriales fuera de sus límites debido al aumento del precio del suelo industrial. Debido a este hecho la economía de la ciudad se ha ido centrando paulatinamente en los servicios, que actualmente ocupan al 85,7% de los trabajadores de la ciudad. Parte de estos trabajadores se dedican al comercio, la restauración, y también al turismo, que desde los años 1990 ha crecido enormemente en la ciudad, llegando a recibir en 2009 hasta 6,5 millones de visitantes, convirtiéndose así en uno de los puntales económicos de Barcelona.

Con la crisis económica de 2008-2015, agravada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, que ha desplomado el consumo, y con él la producción industrial, ha venido a sumarse a un estancamiento de la economía catalana que, pese al ininterrumpido crecimiento económico de la metrópolis barcelonesa, le han hecho perder en el último cuarto del siglo XX la capitalidad económica de España a favor de Madrid, sobre todo en el campo financiero. Esto se ha debido a la tradicional atomización del tejido emprendedor catalán que le resta competitividad, a la saturación de las infraestructuras, a la mayor inversión extranjera realizada en Madrid respecto a Barcelona, y al traslado de centros de decisión, sedes fiscales y sociales de Barcelona y también de otras partes de España a Madrid. En el campo industrial Barcelona ha tenido graves problemas de deslocalización, básicamente de traslado de industrias a países con una mano de obra más barata, es el caso entre otras de Braun, Philips y Samsung. Problema incrementado por el escaso y caro suelo industrial en su área metropolitana,​ el segundo más caro de Europa solo por detrás de Londres. Aun así, también se han producido movilizaciones de empresas total o parcialmente públicas hacia Barcelona (como Repsol), así como inversiones y localizaciones extranjeras, superando en mucho las deslocalizaciones, de modo que Barcelona continúa siendo una capital industrial de España, llegando a generar en algunos subsectores el 25% de las exportaciones totales españolas.


Industria de Barcelona

Nueva industria:

Ante el escenario de perdida de competitividad por la crisis económica de 2008-2015, tanto el Ayuntamiento de Barcelona, como la Generalidad de Cataluña hace ya casi diez años que iniciaron un programa para desarrollar una nueva economía productiva basada en el conocimiento, creando grandes parques de investigación, especialmente en el campo de la biomedicina y biotecnología, dando ayudas a las empresas tecnológicas para que se expandan a nuevos campos como el aeroespacial, o la nanotecnología, y en el caso de Barcelona, transformando un barrio entero en un nuevo distrito comercial enfocado a las nuevas tecnologías, con infraestructuras de comunicación punteras, para atraer empresas de todo el mundo a la ciudad, el llamado distrito 22@.​ Estas políticas empiezan a dar sus frutos, y científicos de prestigio empiezan a venir a desarrollar investigaciones de alto nivel a Barcelona. Debido a su participación en investigación y desarrollo de tecnología aeroespacial, Barcelona forma parte de la Comunidad de Ciudades Ariane, una asociación de ciudades europeas relacionadas con la industria espacial y los lanzadores Ariane en la que también se encuentra la vecina Tarrasa.

Industria editorial:

Barcelona es uno de los principales centros de difusión editorial, tanto en catalán, como también en castellano, para toda la península e incluso para la América Latina. Ha sido también, el primer centro de producción de tebeos en España, por delante de Valencia y Madrid.

    Energía:

En 2018 se creó una empresa energética municipal, Barcelona Energía, que inició su actividad en julio de 2018 con el objetivo de ofrecer un suministro de energía asequible y procedente de energías renovables a los municipios del Área Metropolitana de Barcelona. La empresa inició su actividad dando servicio al Ayuntamiento y diversos organismos públicos, además del alumbrado público y los semáforos, mientras que en una segunda fase, iniciada el 1 de enero de 2019, se pasó a dar servicio a unos 20 000 hogares. Con su puesta en funcionamiento, Barcelona Energía pasó a ser la mayor comercializadora pública de energía eléctrica de España.


Servicios de Barcelona

    Comercio:

El subsector del sector servicios que tiene más importancia en Barcelona es el comercio. La zona más comercial de la ciudad se encuentra en su centro histórico: calles Portaferrisa, Pelayo, Rambla, Portal del Ángel y plaza Cataluña, donde las pequeñas tiendas conviven con los grandes almacenes y las franquicias de grandes cadenas de ropa.

Un poco más al norte de la plaza Cataluña, en el paseo de Gracia, la rambla de Cataluña y la avenida Diagonal, se encuentran las tiendas de las marcas más internacionales de moda, de artículos de piel y de joyería. Los artículos de diseño tienen su lugar en las callejuelas del barrio del Borne, que ha ido adquiriendo popularidad desde finales de los años 1990. Del resto de la ciudad, destacan las zonas comerciales de la calle Gran de Gràcia, la calle de Sants o el paseo de Fabra i Puig, y los centros comerciales como La Maquinista, Illa Diagonal, Glòries o Diagonal Mar.

Los artículos de ocasión o de segunda mano tienen su lugar en el mercado de los Encantes, en la plaza de las Glorias, que abre todos los lunes, miércoles, viernes y sábados, y el Mercado de San Antonio, donde cada domingo por la mañana se establecen paradas donde se compra y venden libros, discos, películas de video, sellos y artículos para coleccionistas.

    Turismo:

Para Barcelona, es tan importante, o incluso más, el turismo de ocio como el de negocios. Para el desarrollo del turismo de negocios, la ciudad cuenta con la Fira, feria de muestras de Barcelona, la cual organiza numerosas exposiciones, salones, congresos y ferias para profesionales, algunos de los cuales se encuentran entre los primeros del mundo, como el Mobile World Congress que es el más importante del mundo en su sector, la feria de moda urbana The Brandery, o la feria de construcción Construmat de carácter bianual. Estas y otras ferias la convierte en una de las ferias más relevantes de Europa y primera de España con más de 3,5 millones de visitantes anuales, que generan además una gran actividad para el sector hotelero y restaurador con el aliciente de repartirse uniformemente a lo largo de todo el año. Existen servicios de visitas guiadas por los lugares más emblemáticos.


Sector público de Barcelona

Históricamente el sector público ha tenido relativamente poco peso dentro de la economía catalana, aunque desde la transición y la recuperación del autogobierno, ha ido ganando peso. La principal aportación a la economía que ha hecho el sector público ha sido la construcción de grandes infraestructuras, que han permitido el desarrollo comercial e industrial. Desgraciadamente, a menudo estas infraestructuras se han demostrado insuficientes, y sus ampliaciones se han demorado frecuentemente lustros, o directamente han tenido que ser construidas con capital privado convirtiéndose así en infraestructuras de pago. Esto se ha debido a las transferencias de capital que el sistema autonómico exige de las comunidades más ricas y dinámicas hacia las comunidades más estancadas económicamente, con la notable excepción de País Vasco y Navarra que a pesar de tener una economía dinámica, y una de las rentas per cápita más altas del país no aportan fondos de solidaridad. Este proceso de transferencia ha permitido el desarrollo de las zonas más deprimidas, pero también ha acabado lastrando las más dinámicas por la saturación de sus infraestructuras, que no han sido ampliadas debidamente por la falta de fondos, y la escasa prioridad otorgada a estas actuaciones. También ha acabado por deteriorar los servicios públicos, ya que el sistema de transferencia económico, al haber sido muy opaco y no estar regido por parámetros evaluables, ha acabado por asignar en muchos casos menos fondos por habitante en las zonas más ricas, produciéndose así un deterioro de sus servicios y un agravio para sus ciudadanos. Un reciente estudio del Instituto de Estudios Fiscales evalúa la aportación neta de las comunidades autónomas mediante las balanzas fiscales a los fondos de compensación territorial. Según este estudio, la publicación de las balanzas fiscales es un «fenómeno singular» en el contexto internacional.​ La estimación utiliza seis métodos distintos para hacer el cálculo, y según este informe destacan, como principales portadoras netas de recursos, las comunidades de Baleares (con entre un 14,2% y un 7,47% de su PIB ), Madrid (con entre un 9,13% y un 5,57%), Cataluña (con entre un 8,7% y un 6,38%) y Valencia (entre el 6,4% y el 3,22%).

Este mecanismo ha sido recientemente revisado a raíz de la aprobación del nuevo estatuto de autonomía de Cataluña, en el que se dispone que en una comunidad, después de ser solidaria con las demás, la inversión per cápita no puede ser inferior que una que recibe esos fondos. Este nuevo sistema de reparto de fondos utiliza baremos evaluables y comparables, como es el criterio de población ajustada, para asignar los fondos, aunque este sistema afecta solo a los servicios, las infraestructuras seguirán siendo discreción del ministerio de fomento.

En cuanto al reparto de instituciones, la tradicional acumulación de las sedes de entidades públicas, incluso las teóricamente independientes del gobierno, en Madrid, que tanto la han beneficiado económica y políticamente, empezó un proceso de distribución con el traslado del ente regulador de las telecomunicaciones a Barcelona,​ no sin grandes reticencias de sus trabajadores y del gobierno de la Comunidad de Madrid, o la más reciente instalación del nuevo centro de denuncias automatizadas en León. También destaca la ubicación en Barcelona del centro nacional de computación, con la compra del mayor superordenador de España, el MareNostrum.


PIB de Barcelona

El área metropolitana de Barcelona concentra aproximadamente el 66% de la población de Cataluña, una de las regiones más ricas del sur de Europa. Cataluña tiene un PIB per cápita del 126,4% sobre el PIB medio de la UE de 27 en el año 2009 (en PPA, paridad de poder adquisitivo. PIB medio de la UE de 27 = 100%), mientras que el PIB de España, Cataluña incluida, es del 103,1%.

En el año 2006 el PIB de la ciudad alcanzó los 57 237 000 000 euros, con un PIB por habitante de 35 800 euros. Dividiendo por sectores, destaca el peso de los servicios a empresas e inmobiliarias, que representan un 24,3 % del PIB total, seguido de los servicios colectivos, con un 20,7 %, la industria que proporciona un 12,4 % del PIB es el tercer sector en importancia, seguido del comercio y las reparaciones que aportan un 11,5 % del total, finalmente cierra el ranking el sector transportes, que representa un 9,6 % del PIB de la ciudad. Estos datos demuestran que Barcelona tiene una economía muy diversificada, y un importante peso de la industria, especialmente en la del automóvil, la farmacéutica y química, y la de los productos alimentarios. Esto permite que la ciudad genere una quinta parte de las exportaciones españolas, por un valor de 32.262.000.000 euros incluso en el contexto de crisis del año 2009.


 

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