Definición de ciencia y pseudociencia


Ciencia y método científico

Aunque los elementos que determinan si un cuerpo de conocimiento, metodología o práctica es científico pueden variar según el ámbito de actuación, existen ciertos principios generales con los que la comunidad científica se muestra en general de acuerdo. La noción básica es que todos los resultados experimentales deben ser reproducibles, y susceptibles de ser verificados por otros investigadores.​ Estos principios pretenden asegurar que los experimentos pueden ser reproducidos bajo las mismas condiciones, permitiendo mediante la investigación posterior determinar si una hipótesis o teoría acerca de un fenómeno es a la vez válida y fiable. Para ser considerado científico, un estudio debe aplicar el método científico en todos sus ámbitos, y el sesgo cognitivo debe ser controlado o eliminado mediante el muestreo al azar, técnicas específicas como el doble ciego, y otros métodos. Se espera que todos los datos recopilados, incluyendo especificaciones de las condiciones ambientales o experimentales, estén documentados y disponibles para su revisión por pares, permitiendo la realización de nuevos experimentos que confirmen o desmientan los resultados previos.

En general, y en la medida en que pueda resultar aplicable, la metodología científica exige que las teorías puedan someterse a pruebas empíricas rigurosas, mientras que a las pseudociencias, o bien no será posible aplicarles sistemas de refutación (por tratarse de formulaciones ambiguas), o bien sus partidarios protegerán la teoría (por ejemplo, con hipótesis auxiliares o ad hoc, formuladas a posteriori), en lugar de someterla a ensayos que puedan refutarla.

Ciencia y falsabilidad

Karl Popper introdujo a mediados del siglo XX el concepto de falsabilidad para distinguir la ciencia de la no-ciencia.​ Un resultado es «falsable» cuando puede ser demostrado como erróneo, es decir, cuando puede diseñarse un experimento teórico con el que demostrar si es falso. De este modo, las afirmaciones «falsables» pueden ser consideradas como ciencia, mientras que las no «falsables» se consideran no-ciencia. Por ejemplo, la afirmación de que «Dios creó el Universo» puede ser cierta o falsa, pero no puede diseñarse ningún experimento que demuestre una cosa u otra; simplemente está más allá de la capacidad de la ciencia, ergo, no es «falsable» y por tanto es no-ciencia. Popper usó la astrología y el psicoanálisis como ejemplos de pseudociencias, y la teoría de la relatividad de Einstein como ejemplo de ciencia. Luego clasificó las formulaciones no-científicas en las categorías filosófica, matemática, mitológica, religiosa y/o metafísica por un lado, y pseudocientífica por otro, aunque no dio criterios claros para definir cada una.

Pseudociencia versus otras ciencias aceptadas

El término pseudociencia tiene connotaciones peyorativas, porque se usa para indicar que las materias así etiquetadas son errónea o engañosamente presentadas como científicas. Por este motivo, aquellos que cultivan determinada «pseudociencia», normalmente rechazan esta clasificación. El apelativo se ha aplicado a disciplinas como ciertas hipótesis de la física cuántica y otras ciencias que no utilizan el método científico rigurosamente como son las ciencias sociales, el psicoanálisis, la parapsicología y la criptozoología por la naturaleza de sus objetos de estudio difícil de aplicarle la misma rigurosidad científica que en otras disciplinas, no obstante esto es relativo y algunas de estas disciplinas acusadas de pseudocientíficas son aceptadas como científicas por universidades,​ asociaciones científicas,​ centros médicos, gobiernos, etc., por ejemplo, el psicoanálisis.

Muchas veces la discusión sobre un concepto o campo de conocimiento gira más alrededor de su consideración como ciencia o pseudociencia que acerca de los hechos y métodos reales. El filósofo de la ciencia Larry Laudan ha manifestado que el concepto pseudociencia no tiene significado científico y se usa mayoritariamente para describir una apreciación subjetiva: «Si quisiéramos permanecer firmes al lado de la razón, deberíamos deshacernos de términos como ‘pseudociencia’ y ‘acientífico’ de nuestro vocabulario; son solo palabras huecas que cumplen una función emotiva.»​ Del mismo modo, Richard McNally afirma que «el término pseudociencia se ha convertido en poco más que una injuriosa palabra de moda para ningunear a los propios oponentes en las discusiones en los medios», y que «cuando los emprendedores terapéuticos hacen afirmaciones a favor de sus tratamientos, no deberíamos perder el tiempo intentando determinar si estos califican como pseudocientíficos. En su lugar se deberían hacer preguntas como: ¿Cómo sabe que su tratamiento funciona? ¿Cuáles son sus pruebas?».


​Fuente: Wikipedia

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