Una antigua teoría del siglo XVI hacía derivar el nombre de la ciudad de una palabra del fenicio o de la lengua indígena tartesia Spal, que significaría «tierra llana». Lo más probable es que proceda del nombre fenicio Hisbaal, documentado como nombre de persona en la Biblia y en otros textos: Baal alude a la divinidad, y His admite diversas interpretaciones en fenicio (‘vive’, ‘regalo de’, ‘varón de’), por lo que su significado originario bien pudo haber sido ‘Regalo de Baal’, o bien haber tomado el nombre de un personaje de origen fenicio llamado Hisbaal que hubiera dado nombre al puerto o a un castillo en este lugar. Tras la conquista, los romanos latinizaron el topónimo primero como Hispal y luego como Hispalis, y aun hoy es común oír «hispalense» como gentilicio de Sevilla.
Durante la época andalusí, el nombre varió a Ishbīliya (en árabe, إِشْبِيلِيَة), debido a la sustitución de /p/ (fonema inexistente en árabe) por /b/, así como de /a/ tónica por /i/, un fenómeno característico del árabe andalusí conocido por imela. De ahí procedería la actual forma Sevilla. Bajo poder musulmán la ciudad fue también conocida durante un breve periodo como Hims al-Andalus (حمص الأندلس), nombre tomado de la ciudad siria de Hims (antigua Emesa).
Entre los gitanos oriundos de Sevilla es común, aunque cada vez menos, denominarla Serva la Barí («Sevilla la grande») o simplemente Serva, que es su nombre en caló.
Fuente: Wikipedia